10 oct. 2025

Crisis del Covid-19 elevó exposición pública de una ciencia no entendida

Del silencio a la exposición pública en un corto plazo por la pandemia del coronavirus, la ciencia quedó bajo el escrutinio de una sociedad con alta expectativa, pero que desconoce sus métodos.

Acostumbrada a vivir silenciosamente en los laboratorios, la ciencia pasó a una exposición pública sin precedentes por la crisis del coronavirus, acelerando sus tiempos en busca de un remedio y bajo el escrutinio de una sociedad con altas expectativas, pero que desconoce cómo funciona el método científico.

Pocos dudan a estas alturas de que la solución al Covid-19 vendrá de la ciencia, la cual vive una situación atípica, según señalan científicos y expertos en comunicación.

Esta crisis “sacó la ciencia a la palestra de la noche a la mañana. De ser un tema que no interesa, porque siempre hay algo mucho más importante, como un partido de fútbol, a estar en boca de todos”, dice Gema Revuelta, directora del Centro de Estudios de Ciencia, Comunicación y Sociedad de la Universidad Pompeu Fabra.

Para la investigadora española “está muy bien que (la ciencia) esté en la arena pública”, pero en una situación como esta, “en la que hay tanta incertidumbre“, que lo que sabemos del coronavirus es mucho menos que lo que no sabemos, y “la presión es mucho más grande”.

CAMINO. La ciencia tiene sus métodos, protocolos y tiempos. “Yo suelo decir siempre: Investígame despacio que tengo prisa”, señala el genetista del español Centro Nacional de Microbiología, Lluís Montoliu, pero la urgencia por encontrar un remedio parece que cambió esta máxima.

En los primeros meses “fue algo terrorífico, porque era una prisa”, recuerda Revuelta y “en solo seis meses se descubrieron multitud de cosas” sobre el SARS-Cov-2.

Pero para llegar a ese nivel de conocimiento –señala–, se hicieron estudios apresurados, incluso mal, con muestras muy pequeñas o veloces procesos de revisión de los resultados por otros científicos.

Si “se hubieran hecho perfectos, habríamos tardado tres o cuatro años en alcanzar ese nivel de conocimiento”, y por eso entiende que, ante una pandemia, se acelere la publicación, aunque “los riesgos son también muy grandes” y hay estudios “que no sirven para nada”, por lo que esta situación “no se puede instaurar como algo normal”.

PROBLEMAS. Dos revistas de prestigio como The Lancet y New England Journal of Medicine, son algunas de las que tuvieron que retirar investigaciones sobre el coronavirus.

En el caso de la primera, el texto invalidado sobre los efectos de la hidroxicloroquina sirvió de base para que la Organización Mundial de la Salud (OMS), suspendiera en un primer término los ensayos con ese fármaco.

El problema con los artículos de esas dos revistas fue –explica Montoliu– que la empresa Surgisphere aportó bases de datos fraudulentas. “Creo que eso no tiene nada que ver con la ciencia. Hay que estar contentos de que se haya destapado con relativa rapidez. Eso no es ciencia, es fraude”.

Hace seis meses el Covid-19 era un desconocido, pero su traumática irrupción en la vida diaria hizo que cualquier avance salte inmediatamente a medios de comunicación y redes sociales.

Una situación que Revuelta describe como de “olla a presión”, en la que cualquier investigación que se publica se difunde rápidamente, aunque no siempre de modo preciso.

SIN REVISIÓN. Montoliu hace referencia a los repositorios de internet en los que muchos investigadores cargan sus artículos antes de la revisión formal por otros científicos. Un instrumento valioso porque acelera la investigación pero al que los medios de comunicación recurren en masa durante esta crisis.

Cuando un científico lee un estudio “en un servidor de preprints (preimpresión), lo pone en cuarentena y le da la justa credibilidad”. Sin embargo, hay periodistas no habituados a tratar con ellos, y “quizás eso llevó a convertir estos trabajos en titulares a veces no justificados”, cree.

Revenga se refiere además a la farmacéutica moderna que en el pasado mayo anunció resultados esperanzadores en una fase temprana de su vacuna para el coronavirus, a través de un comunicado de prensa “sin hacer una publicación científica”.

En una sociedad ávida de respuestas, ciertos titulares y anuncios suscitan grandes expectativas que puede no materializarse y acaben creando desconfianza en la ciencia.

“Ni la ciencia, ni los científicos son infalibles. Lo más frecuente es que los experimentos no funcionen y se tanga que replantear”, según dice Montoliu, debido a que al errar el camino “somos capaces de dar con la respuesta”. Esto es parte del método científico que necesita tiempo para llegar a conclusiones, de pasos adelante y hacia atrás, de comprobar resultados, y por eso, a veces se le acusa de “debilidad”.


Innovación permite fabricar respiradores baratos y test molecular rápido
Una revolucionaria prueba molecular rápida y un respirador artificial de bajo coste son las primeras soluciones innovadoras de la ciencia e ingeniería de Perú para hacer frente al Covid-19, que tiene casi 300.000 contagios acumulados.
Estas creaciones son las primeras en cristalizar de varios proyectos que surgieron desde las universidades peruanas con financiación pública y especialmente privada, que dio fondos en cantidades sin precedentes.
Así surgió Masi (compañero, en quechua), un ventilador mecánico básico diseñado y fabricado en tiempo récord por un grupo de ingenieros de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
“Hemos hecho en dos o tres meses lo que normalmente toma tres años”, explicó el director del Centro de Investigación en Ingeniería Médica de la PUCP y coordinador del proyecto, Benjamín Castañeda.
Cada unidad cuesta unos 5.000 dólares, muy por debajo del precio que el Gobierno peruano pagó recientemente por un lote de 400 comprados a China, o de los 125 que la patronal peruana llamada Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep), adquirió también en China para la salud pública.
“No es un emprendimiento comercial. Es de manera solidaria por la emergencia. Nosotros recibimos las donaciones para producir los ventiladores y donarlos al Ministerio de Salud”, apuntó Castañeda.
PRUEBA. Para detectar de modo temprano casos de Covid-19 y evitar que lleguen en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH) implementó una vanguardista “prueba molecular rápida”, que ofrece los mismos resultados de una prueba PCR tradicional pero en apenas 30 minutos, casi el mismo tiempo de una prueba serológica.
Sin embargo, la diferencia entre esta prueba molecular rápida y una serológica “es abismal, como entre el blanco y negro”, según comentó el director del Laboratorio de Neurobiología del Desarrollo de la UPCH, Edward Málaga-Trillo. EFE