Las últimas medidas de restricción para la realización de ciertos tipos de actividades laborales o festivas cayeron como un balde de agua fría en un amplio sector de la población que en cierta forma apostó todas las fichas para realizar actividades económicas y generar ingresos en este último tramo del 2020.
Muchas familias planificaron encuentros de cenas de Navidad, viajes, paseos y todos tipo de actividades a las que habitualmente están acostumbrados los hogares paraguayos. Sin embargo, todos estos planes hoy día están limitadas por las autoridades del Gobierno.
Las determinaciones oficiales para frenar la rápida expansión del coronavirus en la población no cayeron para nada bien a los principales referentes de gremios empresariales, sobre todo a aquellos que normalmente organizan eventos para la celebración de las fiestas de fin año, ya sean para empresas, clubes o familias numerosas.
Sin duda, esta será una Navidad diferente, en muchos sentidos, y personalmente creo que debe ayudarnos a una profunda reflexión y análisis de lo que está pasando en nuestro país, en la región y a nivel mundial.
Desde la aparición del Covid-19 también surgieron los detractores de las informaciones oficiales que se brindan desde la OMS o desde el Gobierno. Por primera vez en años los gobiernos locales salieron a contradecir y a poner en duda las declaraciones de las organizaciones globales, que antes eran irrefutables y determinantes.
Incluso, organizaciones médicas y científicas están haciendo sus propias investigaciones en torno a la pandemia, su alcance, sus efectos y las posibles soluciones más adecuadas para no causar más daño a la población.
Las informaciones contradictorias entre la OMS y algunos presidentes, como los de Estados Unidos o Brasil, generan mayores dudas sobre lo que es realmente el Covid-19, su origen y qué plan realmente se está gestando detrás de todo esto.
Uno de los efectos, además de las cantidades de contagiados y fallecidos, es el alto endeudamiento de los países en desarrollo, un perjuicio económico sin precedentes para todo de tipo de compañías ya sean grandes o pequeñas, la pérdida de empleos y un aumento de la pobreza.
Todos estos efectos no son producidos directamente por la pandemia, sino por las medidas que se fueron adaptando a nivel mundial y también en el país.
En algún momento habrá que hacer una mirada retrospectiva para ver si tales medidas preventivas fueron las adecuadas, o si se tomaron decisiones desacertadas.
Algunas de las organizaciones científicas nos dirán si era posible hacer frente al coronavirus de una manera menos traumática para el país, la economía y las familias.
Por de pronto y hasta tanto no tengamos otra información valedera, no nos queda otra opción más que acatar las determinaciones oficiales, pero no debe implicar que seamos cómplices de errores o de segundas intenciones que se están gestando detrás la pandemia.
Este es un momento en que el país y cada ciudadano en particular deben tomar las máximas precauciones para evitar la expansión del contagio y, al mismo tiempo, evaluar paso a paso las medidas que están aplicando.
También la población debe analizar puntillosamente los mensajes que están enviando las autoridades médicas oficiales y ver la forma de contrastar con otras organizaciones científicas.
Desde esta columna deseo que al celebrar el nacimiento del Niño Dios se renueven la fe, el amor y la esperanza.