Marcos Aurelio González Sánchez, cuya responsabilidad fue comprobada con una prueba de ADN en un caso de coacción sexual, violación y homicidio doloso registrado en el año 2012 en Minga Guazú, fue sentenciado a 30 años de cárcel. Las víctimas, dos niñas, fueron golpeadas, violadas y estranguladas.
Luego de siete años de haberse registrado el terrible crimen, fue condenado ayer uno de los autores del hecho, cuya participación fue confirmada con una prueba de ADN, que sirvió para que el tribunal resolviera condenarlo en forma unánime. Tras leerse la pena, la madre de las víctimas afirmó que por fin sus hijas podrían descansar en paz.
Los jueces Carlos Vera Ruiz, Dólica Giménez y Teresita Cazal hallaron culpable a González Sánchez, tras la acusación presentada por el fiscal Édgar Torales. Este pidió 40 años de prisión, entre la pena máxima y medidas de seguridad, pero el Tribunal resolvió condenarlo a la pena máxima, sin las medidas de seguridad, debido a que no existía examen sicológico o siquiátrico del acusado en el que se puedan basar las medidas, explicó el juez Vera.
Para los magistrados no hubo dudas de que González Sánchez fue quien realizó el hecho, ya que se encontró en el cuerpo de una de las víctimas un vello púbico que le correspondía. En ese contexto, también señalaron que esa noche él se encontraba en la vivienda y salió con la hermana mayor de las víctimas a una fiesta.
A través de la versión de testigos confirmaron que González Sánchez había abandonado la fiesta más temprano que los demás y se habría dirigido a la casa, donde tomó la llave que estaba escondida en un lugar, que solamente él y la hermana de las víctimas conocían, para entrar a la pieza y violar a las niñas, que ya estaban durmiendo. La madre había viajado entonces a la Argentina para un tratamiento médico.