El líder Gerónimo Tatugui refirió que la comunidad no está bien económicamente y para pagar la deuda necesitan garantías del Estado que les permitan seguir trabajando.
Los indígenas aché residen en una propiedad de 821 hectáreas de tierras ubicada entre los ríos Ñacunday e Yñaro de Naranjal. El inmueble fue donado por Rold Fostervold, que logró reunir a un grupo de 29 personas, cuyas comunidades fueron víctimas de genocidio en 1970. Casi todos los ancianos ya partieron, ahora sobreviven allí los hijos y nietos que suman 400 habitantes y un total de 74 familias.
“Tenemos una deuda que arrastramos de hace algunos años; vino la sequía, la pandemia, tenemos ancianos enfermos y niños, que son gastos imprevistos. Fuimos a la oficina y nos amenazó con venir con policías para cortar la luz. Nosotros no queremos eso, queremos pagar, pero no tenemos plata”, relató el líder.
De un total adeudado, la comunidad ya había abonado G. 50 millones y ahora deberán entregar otros G. 22 millones, pero primero buscarán hablar con el presidente de la ANDE, para pedirle un plan de pago que no contemple los intereses por mora.
Hace unos días, ya se realizaron dos cortes de suministro eléctrico, pero luego de un pago parcial se reconectó.
Solo por mora la comunidad tiene un recargo de casi G. 33 millones y además deberán seguir pagando en consumo mensual. La ANDE les dio plazo de una semana para entregar parte de lo adeudado. EM