Por César Larré
TEMBIAPORÃ
Hace exactamente un mes que unas 200 familias campesinas fueron desalojadas en Guahory. Un equipo periodístico de este diario y de Telefuturo realizó la semana pasada una recorrida por la colonia.
Apenas al ingresar a Guahory se percibe un ambiente tenso.
Las familias que fueron desalojadas están bajo carpas, en predios de escuelas y capillas.
A diario, las mujeres y los niños salen a recorrer la colonia en busca de cultivos de autoconsumo que pudieran haber quedado tras aquel desalojo.
Algunos antiguos pobladores son los que asisten a las familias que fueron desalojadas. Lo hacen con víveres y ropas, en la medida que pueden.
Es el caso de Rosa Ramírez, quien ayuda a 15 familias instaladas en el predio de la capilla María Auxiliadora, a un paso de su vivienda.
Llegar hasta ellas se torna algo complicado, pues hay que pasar por tres puestos de control de la Policía Nacional.
Estos puestos policiales, que funcionan las 24 horas, fueron instalados poco después del desalojo en setiembre pasado. Unos 70 efectivos están asignados para los tres puestos, donde solicitan a visitantes su cédula de identidad y documentos de vehículo, cuyos datos registran en una planilla.
A lo largo y ancho de la colonia se pueden observar, maderas apiladas y escombros, restos de lo que una vez fue una precaria casa.
Inclusive, alguno que otro electrodoméstico, que no pudo ser retirado por su dueño antes del desalojo.
Un solitario perro sobre unas cuantas tablas de madera, llamó la atención de este equipo periodístico durante la recorrida por la desolada zona. ¿Acaso aguardaba a su dueño?
El conflicto es entre campesinos, que ocupan las tierras de la colonia, y los llamados brasiguayos, que ostentan títulos de propiedad. Con base en estos títulos se efectuó el operativo de desalojo el pasado 15 de setiembre, que movilizó a 1.200 policías.
Muchos de esos títulos tendrían vicios de origen.