29 abr. 2024

Colombia: Mitología del crimen y elecciones

Si hay algo que siempre llama la atención de los operativos antinarcóticos que las fuerzas de seguridad de Colombia despliegan, a menudo con asesoría y financiación norteamericana y europea, es que generalmente exhiben sonoras denominaciones copiadas de la mitología griega clásica, personajes a veces de tragedia, vaya uno a saber por qué.

Por ejemplo, en noviembre del año pasado se puso simbólicamente fin a la Operación Agamenón (que buscaba, desde 2015, desarticular al criminal Clan del Golfo, algo que el Estado colombiano y sus aliados no lograron hasta ahora, por supuesto), con la captura de su máximo líder, Dairo Antonio Úsuga, más conocido como Otoniel, el narco y antes paramilitar recientemente extraditado a los Estados Unidos, lo que provocó un paro armado en unas ochenta ciudades colombianas a comienzos de este mes, en el preciso momento en que al fiscal paraguayo Marcelo Pecci y su esposa se les ocurrió disfrutar de su luna de miel en la bella Cartagena de Indias.

Agamenón fue el comandante en jefe de los ejércitos griegos en la Guerra de Troya que cantó Homero en Ilíada, patriarca rico que no dudó en ofrecer a su propia hija en sacrificio de los dioses a los que antes había infamado, con el fin de obtener el favor de los vientos que le permitiera zarpar de Áulide. Es la tragedia de Ifigenia que contó Sófocles. Este mismo filicidio femenino de parte de un monarca reapareció hace unos años en la serie de televisión Game of Thrones.

En Colombia antes existieron las operaciones Zeus, Hércules, Aquiles, Esparta, etc. Una llamativa grecofilia que las fuerzas paraguayas adoptaron obligatoriamente hace poco con la séptima fase de la Operación Orión que, desde Colombia como base, decomisó a lo largo del continente 116 toneladas de cocaína, detuvo a cientos de personas en diferentes países, incluido Paraguay, entre mayo y junio del 2021.

Orión, nacido según algunas fuentes en el mes de mayo, era un gigante mitológico en la Grecia Antigua, muerto por Artemisa, la diosa cazadora a quien precisamente Agamenón había ofendido y, por ello, provocado la peste dentro de su propio ejército. Orión, se sabe, también es una constelación importante para determinar las tareas agrícolas, según cuenta Hesíodo en su poema didáctico Los trabajos y los días, escrito hace 2.700 años.

Colombia tiene su propia mitología del crimen, sus propias tragedias sociales y políticas, sus propios personajes míticos y terribles, como el citado Otoniel, el siempre espectacularizado Pablo Escobar o el socio de paramilitares y narcos Álvaro Uribe Vélez, alguien que, más allá de los paralelismos con Escobar, tuvo durante veinte años el mismo protagonismo neoliberal que desde hace una década tiene Horacio Cartes en nuestro país, como mínimo este también amigo de contrabandistas y narcotraficantes.

Justamente este es el momento en que asistimos, con toda probabilidad, no solo al fin del dominio político de quien fue el presidente más popular de Colombia en lo que va de este siglo, sino y sobre todo a la asunción de un inédito proyecto de izquierda que, con la figura de Gustavo Petro, será por primera vez gobierno, según todas las encuestas aplicadas en la previa de las elecciones presidenciales de este domingo.

Como en Chile, las bases sociales del Pacto Histórico están centradas en los trabajadores de las ciudades y del campo, es cierto, pero más aún en los jóvenes que fueron protagonistas primordiales del Paro Nacional del año pasado, que tuvo como motivo principal el rechazo a la reforma tributaria del presidente Iván Duque, discípulo de Uribe.

El país de los operativos grecofílicos, de la violencia narco, militar y paramilitar, de la influencia norteamericana, del vallenato y de las costas preciosas, del mitológico Gabriel García Márquez, amanecerá muy posiblemente el lunes con un presidente zurdo. Mientras tanto, cuando la derecha no llora ante esta realidad, conspira contra ella.

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