Los partidos y movimientos –no todos– van a comicios este domingo con una final del Mundial de Fútbol como trasfondo que puede ser gravitante en el resultado. Algunos dirán que perdieron por esa causa y otros estarán pensando en ganar con ese detalle. Lo cierto es que las figuras repetidas, los discursos gastados y el ritual agotado han reforzado el cansancio de un electorado que quiere cambiar, pero no tiene opciones. Muchos dirán que no concurrieron a las urnas por cuestiones que van desde el calor hasta la visita de familiares para ver el partido, cuando en verdad el hastío (kuerái en guaraní) es la razón central de esta rebeldía de los mansos. Los que no pueden escapar del acto de votación lo harán por razones de crematísticas hasta aquellas de cuidar el cargo público que tienen. Los otros serán comprados como los kure rayicha (cerditos), como lo admitió el diputado Rivas, en Ybycuí, la cuna del Centauro fundador de los colorados. Pero hay mucho por decidir en estas justas comiciales.
Primero veremos si ser “significativamente corrupto” como el caso de Horacio Cartes es una calificación que tiene costo político en el país. Puede ser que los norteamericanos confirmen que el Paraguay es el cementerio de todas las teorías y sea el orondo presidente de los colorados. También se verá si Santiago Peña es admitido como candidato siendo el chirolita del ex presidente. Lo del pastor Wiens es toda una interrogante. Ni él habrá pensado acabar donde terminó. Comenzó siendo candidato a presidente de uno de los movimientos para luego ser senador del movimiento de Cartes para pasar al bando de Abdo, continuar como ministro de Obras Públicas sin tener ningún conocimiento del área y luego candidato cuando el otro significativamente corrupto de Velázquez renunció a continuar en carrera. Su principal virtud es el rezo. Ese es el factor distintivo que se impuso sobre el débil de carácter de Abdo y a lo que le tema Galaverna cuando afirma que solo Dios podría parar el triunfo de Peña. No me pregunten sobre ideas porque no las hubo entre los colorados. Aquí la cuestión se reduce a continuar con lo que existe o volver a lo que ya conocen como acabó. No hay vueltas en esas dos carpas y es como decir entre dos males: el menos peor.
Los de la Concertación confirmarán a Alegre como candidato, quien rehuyó todo debate con los demás referentes que plebiscitan sus nombres más como deseo de posicionarse políticamente porque saben muy bien cuál será el resultado. La gran y difícil tarea de Alegre será llegar al abrazo concertativo. No es su virtud y menos tradición entre los liberales y los opositores en general. Esa será una tarea más difícil que el abrazo republicano que viene cantado cualquiera sea el ganador.
El voto preferencial tendrá de nuevo una prueba. En los comicios municipales no hizo cambiar mucho el tablero y no creo tampoco que lo haga en esta oportunidad. Uno puede elegir a uno que le gusta, pero está obligado con ese voto a tener que llevar el garrón completo. No es aún lo que se anhela para mejorar el pobre congreso que venimos teniendo.
Es cuestión con todo de participar y sacarse de encima el mote de lechones con que algunos políticos califican a los que venden o alquilan sus votos. El chiquero pestilente tiene que acabar y para eso hay que comportarse de manera distinta al cerdito de ocasión.