Uno de los mayores retos para el Gobierno colorado de Santiago Peña, además de la acuciante inseguridad en las calles y la catastrófica situación de la salud mental de la población –desatendida y contenida como una bomba de tiempo– es la epidemia de la adicción a las drogas, especialmente al crac, señalada como la más destructiva y fuertemente adictiva de las drogas (que sería como el gabazo de la cocaína), que afecta principalmente a los jóvenes y adolescentes, incluso niños, que comienzan cada vez a más temprana edad.
Sobre esta realidad, una vez más, se sentaron a conversar la comisaria (R) Elisa Ledesma, coordinadora del Plan Sumar y asesora del Ministerio del Interior; el siquiatra Manuel Fresco, ex director del antiguo Centro Nacional de Adicciones; Mario Ferreiro, ex intendente de Asunción y conductor de TV; Sixto Franco Coronel, quien se presentó como un adicto recuperado del infierno de la adicción; y la Aso de madres con hijos adictos. Fue anoche, en el programa Políticamente Yncorrecto, conducido por Luis Bareiro y que se emite por el Canal Telefuturo.
“Acá lo que falta es conocimiento de la situación”, declaró el doctor Manuel Fresco, quien considera que ese tema de los 90 mil (adictos en Central) “es un divague que comenzó con Chau Chespi, que fue el primer divague del presidente (Santiago Peña), que así rápidamente iba a terminar, y después se dio cuenta y sale Sumar, y Sumar también es un divague”.
Fresco recordó que en un programa anterior le había preguntado a la ministra de Salud, María Teresa Barán, de dónde había salido esa cifra de los 90 mil adictos y no supo responder, “porque, en realidad, no hay datos”, dijo.
Por su parte, Ledesma mencionó que a partir de la experiencia del 2024, que “dio resultados, pero no satisfactorios”, en el presente año se introdujo un cambio de infraestructura. “No teníamos suficientes policías para el combate; se modifica el presupuesto, se compraron patrulleras, equipos tecnológicos, y 5 mil agentes egresaron, reciben capacitación, se trabaja en prevención, se hace un trabajo integrado en escuelas”, citó entre otros logros.
“Hoy no hablamos de drogas, hablamos de valores”, enfatizó la coordinadora del plan Sumar.
A esto se agrega que “tenemos gestores de casos en los hospitales, asistentes sociales, la Línea 155 Sumar, conectada también al 911” refirió.
Pero, dentro de su escepticismo el doctor Fresco hizo esta referencia: “Le pregunto a la gente que llama a este número, de hoy a cuánto le da la hora para su asistencia, porque yo tengo pacientes en el área pública que va al hospital y cuando le digo llamá al Centro de Adicciones, le dan hora para dentro de 30 o 45 días”.
“Entonces –insistió–, lo que está pasando en nuestro país es que están improvisando; una improvisación que a lo mejor en los informes tiene sustento, pero que en la realidad no funciona”.
Entonces, hizo el desafío: “Preguntale a esa gente que a ese numero (155) llama cuánto tiempo de espera tiene. Entonces me parece nomás que tenemos que tomar la cosa en serio”.
“Entré por curiosidad y la yunta”
Mario Franco se explayó sobre todo en su caso. “Entré por curiosidad y la yunta. Es fundamental el grupo con quien te juntás, He visto que todos probaron y empecé a probar, que eran cigarrillos; luego, alcohol, luego la marihuana. Luego tuve curiosidad por probar cocaína, y cuando empecé ya estaba en el fondo de la adicción”.
“Si no fumaba marihuana no tenía apetito, maltrataba a mi familia; mi madre era mi víctima. Fumaba telaraña, después tomé geniol con whisky, tinner, nafta, cola de zapatero, nevado, marihuana en pipa”, detalló su viaje al infierno de las drogas.
“Este vicio me llevó a la cárcel varias veces, porque tuve que empezar a delinquir para conseguir mi droga. A los 12 años empecé a consumir. Hasta casi la edad de 19 años, era un desastre; vivía en la Chacarita”, dijo.
Su casa fue allanada en ocho ocasiones. “Yo les proveía droga; metí al tráfico a toda mi familia; ocho allanamientos. Era elemento que destruía vidas de jóvenes”, reconoció, hasta que un día dijo que lo iba a dejar. “Desde el día que dejé nunca más consumí droga”, aseguró.
“Hoy, en la Chacarita, veo a muchísima gente que está en el chespi; pasa entre los policías y nadie hace nada”.