El viejo Paraguay se resiste a morir y sus estertores todavía parecen ser más largos que los esperados en resolver esta agonía. Drogas, negocios paralelos, uniformados asesinados, falta de vacunas, cuarteles convertidos en aguantaderos, instituciones frágiles e irresolutas y la permanente sospecha del lavado de activos en una economía negra que supera el valor del Presupuesto General de Gastos. Ni las tabacaleras ni los equipos de fútbol quieren ser sujetos obligados del control de lavado y los fleteros han tomado de rehén a todo un país pidiendo un 25% de ganancia obligatoria en un negocio que debiera ser celebrado entre voluntades de parte. En el medio, un Gobierno cuyo presidente parece esperar el 15 de agosto para anunciar su retiro y dejar sumido al país en una incertidumbre abismal. Todos creen ganar algo cuando en realidad todos perderán.
Si la tribu de los fleteros impone su ley ellos serán los primeros en ser marginados del negocio. Las empresas sojeras crearán su propia flota o los lavadores de dinero entrarán al negocio con nuevas unidades que dirán que hacen la tarea de transportar mercadería cuando en realidad lo que realizan es lavar activos a través de un procedimiento que paga el 25% de valor del flete. Si eso no funciona y la ley no sirve para entender la realidad, el subsidio vendrá a su auxilio con lo cual ni los sojeros ni los fleteros se verán afectados sino que los perjudicados seremos todos los que no tenemos vela en el entierro… en apariencia. Será como el transporte público, que llegó al colmo durante el gobierno de Cartes donde tuvimos que poner el 30% del valor de cada autobús sin participar de las utilidades y para que nos digan después los transportistas, previa humillación, que “no ganan nada”. Les estamos haciendo la cama a los informales, mentirosos, extorsionadores y lavadores de activos sin darnos cuenta y haciendo avanzar la criminalidad en su camino. Hay que despertarse de todo esto.
El gobierno de Abdo, desconcertado, amarrado y perdido desde el acta de Itaipú de julio de 2019 se entregó a Cartes, quien ahora ya no lo quiere cerca y lo califica como aliado de Lugo cuando en realidad lo que lamenta es que su mayoría en diputados no tiene correspondencia en senadores para forzarle el juicio político. Le queda solo desgastarlo y acogotarlo para que después del 15 de agosto asuma Velázquez la presidencia y allane el camino a su delfín abrumado Peña para intentarlo una vez más. No se entiende si no cómo la alquilada Fiscalía no actúa para garantizar el libre tránsito de personas y de cargas. Ahora se despacha desde la Costanera y de ahí el abismo al río Paraguay está solo separado por una débil barandilla. Se preparan esta semana campesinos, maestros, no vacunados, jubilados del IPS y todo aquel descontento que tiene una cuenta que pasar al Gobierno. Sus propios aliados ya lo abandonaron y posan orgullosos visitando la mansión de Cartes. Hay de todo. Ministros y senadores, el único que aún no fue es Abdo. Las almohadas se sacuden en una cama preparada para acabar con el Gobierno. Esperan que el presidente solo, abrumado y sin que nadie lo respalde presente su renuncia y se marche a Miami.
El posadero de Procusto sonríe. Los huéspedes no saben lo que les espera aunque la realidad muestra sus evidencias de manera clara. Todos hacen como si fuera normal, pero en realidad se ha montado la tormenta perfecta. Solo falta que los nubarrones acaben en granizos y tormentas. Lo que pase después a nadie importa, incluidos a los que hicieron la cama y menos a los acostados. Procusto habrá hecho su tarea y el país habrá perdido de nuevo.
Benjamín Fernández Bogado – www.benjaminfernandezbogado.wordpress.com