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Bruno Defelippe Díaz de Espada (31) es licenciado en Ciencias Políticas, recibido en Emporia State University y Lafayette Colleges, y director ejecutivo de Koga Impact Lab, la primera empresa B certificada en el Paraguay. Además, es miembro de la comunidad Global Shapers, iniciativa del Foro Económico Mundial. También colabora con los consejos de Techo Paraguay y la fundación Sumando. Recientemente fue seleccionado por la Universidad de Stanford para una beca que consiste en participar en el programa sobre Democracia y Desarrollo. Defelippe forma parte de la generación que se posiciona como propulsores de un nuevo modelo de negocios, cuyo objetivo principal es generar impacto social. Emprendedor y determinado, cree que el verdadero éxito es hacer el mejor esfuerzo por dejar el mundo mucho mejor de lo que estaba cuando llegó. En lo personal, está próximo al altar, junto a Soledad Núñez, actual ministra de la Secretaría Nacional de la Vivienda y el Hábitat (Senavitat), contraerá nupcias el 7 de noviembre.
–¿Qué propósito tienen las empresas sociales o B?
Las empresas B tienen un propósito muy importante que es no solo asegurar rentabilidad para los accionistas, sino también asegurarse de generar impacto positivo en la sociedad y el medioambiente a través de su mismo modelo de negocios. Permite que de una forma sustentable se vayan solucionando problemas, con la posibilidad de generar sus propios ingresos. A diferencia de una oenegé, una empresa social en ningún momento va a requerir una donación para poder llevar adelante su misión de resolver un problema.
–¿Cómo inició su camino en las empresas sociales?
Siempre quise emprender desde el sector privado, pero buscaba hacerlo con alguna finalidad que vaya más allá del solo hecho de ganar dinero. Cuando fui entendiendo el concepto de empresa social, me di cuenta de que eso era lo que estaba buscando, ya que combina rentabilidad con impacto social.
–¿Cómo nació Koga y qué promueve?
Koga es la primera empresa B, certificada por Sistema B Internacional en el Paraguay. Cuando cumplí mi ciclo como director de Un techo para mi país, salí con la idea de que mi próxima actividad tenga impacto social, no quería hacer algo que no lo tenga, ahí fue que me encontré con Camilo Guanes, Fidu González y Rodrigo Weiberlen, que también estaban buscando lo mismo. Y surgió la idea de crear una empresa social que genere otras empresas sociales. El proyecto, además, nos permitió unir las dos cosas que nos apasionan: el ámbito empresarial y el impacto social positivo, y así creamos Koga, que en guaraní significa siembra, chacra, cultivo.
–¿Cómo se realiza la certificación de la empresa ?
A través de la página sistemab.org, se puede evaluar la empresa para obtener la certificación, incluso, allí pueden recurrir a la autoevaluación de la empresa que permite saber cuáles son los puntos a mejorar para llenar los requisitos de una empresa social. El Sistema B internacional es una organización que se dedica a certificar a empresas sociales, empresas que tienen propósito, que tienen la búsqueda del bien común en su mismo ADN.
–¿Cómo fue su experiencia en el campo social?
Me involucré en las primeras construcciones de Techo, fui como voluntario y terminé siendo director. Esa experiencia me permitió trabajar con los sectores más desprotegidos, ver y entender que están más cerca de lo que a veces creemos. Además, vi que como sociedad tenemos muchos prejuicios sobre la pobreza, muchas veces se dice: el pobre es pobre porque quiere, o es un vago o un borracho. Pero te das cuenta en un segundo, estando ahí, trabajando con ellos, que eso no es solamente injusto, sino realmente trágico que nos permitamos como sociedad tener esos prejuicios.
–¿Cuáles son los proyectos de Koga?
Desde Koga Impact Lab promovemos la creación y aceleración de empresas con impacto. Hacemos esto por medio de cinco proyectos: Gramo, un ciclo de charlas para inspirar a la acción; Transformadores, un programa de formación de emprendedores; Trampolín, una plataforma de concursos de innovación como los Premios Conecta; Impact Lab, la incubadora y aceleradora desde donde apoyamos a emprendedores; y Loffice, que consiste en espacios de coworking (oficinas compartidas) en los que promovemos la cultura de la colaboración.
–¿Algunas experiencias de empresas sociales en el Paraguay?
Es una lógica nueva, pero que en Paraguay ya se había implementado de distintas maneras a través de la Fundación Paraguaya, por ejemplo, que tiene microcréditos hace muchos años y que trabaja en la reducción de la pobreza. O la experiencia de Lican Paraguay, una empresa procesadora de proteína animal que conjuntamente con la Fundación Moisés Bertoni se dedicaron a resolver el problema de polución que había en Tablada. En ese lugar antes se echaban los efluentes de uno de los mataderos directo a los arroyos. Lo que hicieron fue retirar los desechos para procesarlos y luego venderlos al exterior como proteína animal para balanceados que se producen en otros países. Trabajando bajo la lógica de una empresa B.
–¿Cómo ve las empresas sociales en el país?
Las empresas sociales llegaron para quedarse. Las nuevas generaciones, que en nuestro país son mayoría absoluta, están decididas a dejar un legado y a mejorar su entorno. Estas compañías son una excelente alternativa para encarar los grandes desafíos que enfrenta nuestro país. En los últimos años, nuestra generación y las más jóvenes incluso vieron cómo crece la economía, pero no se achica la desigualdad; vieron cómo crece la economía, pero no se reduce significativamente la pobreza; cómo crece la economía, pero faltan oportunidades para muchos sectores y segmentos de la sociedad. Sin ánimo de desvalorizar lo que se crece, porque no es menor y es difícil lograr el crecimiento que se logró en nuestro país y gracias a Dios es algo que nos ayudó en muchos sentidos. Esto es una opción para que aprovechemos este auge económico, para solucionar problemas sociales desde el sector privado.
–¿Qué se necesita desde el Estado para este tipo de empresas?
El Estado debería definir un marco legal bajo el cual se pueda operar. Al ser un nuevo tipo de organizaciones, estas empresas no cuentan con una figura jurídica específica.
–¿Qué es lo que destacaría de este nuevo modelo?
Las empresas sociales redefinen el sentido del éxito empresarial, aspirando a ser las mejores empresas para el mundo y no solo del mundo.