Boca Juniors quiso. Boca Juniors pudo. Goleó 3-0 a un frío Cúcuta Deportivo y avanzó a las finales –que tendrán acento guaraní– de la Copa Toyota Libertadores, un torneo que le sienta por demás bien.
Román Riquelme (m. 43), estupendo tiro libre, Martín Palermo (m. 59) y Sebastián Battaglia (m. 89) hicieron los goles.
La neblina fue, acaso, más protagonista que los verdaderos. Condicionó el espectáculo, no dejó jugar –el inicio del lance tuvo una hora de retraso y ya en andamiento 15 minutos de interrupción– pero no empañó un triunfo increíble. La conquista se basó en los goles, que terminaron desnivelando el marcador de la ida, pero también en el amor propio. Eso tuvo Claudio Morel Rodríguez, el jugador paraguayo, segundo marcador central, que cumplirá el sueño de jugar su primera final de Libertadores. Morel metió, Morel jugó. Encaró el partido como siempre: pensando que es el último. Fue figura en la zaga azul y oro. Evidenció sobriedad y temple. Del lado colombiano el terriblemente destacado fue el portero Zapata, quien en el primer tiempo tapó 3 tiros en menos de 10 segundos, y en la etapa complementaria 2 en 5 segundos. En ninguna de las tres conversiones tuvo responsabilidad. Hasta los jueces (terna uruguaya comandada por Roberto Silvera) tropezaron con inconvenientes para distinguir acciones (como un gol bien anulado a Palermo). En la última parte hubo falta penal del portero Mauricio Caranta, no pitada, que generó protestas (ingresó el técnico de Cúcuta, incluso).
COMPATRIOTAS. Diego Gavilán es de Gremio y Claudio Morel, así como Aldo Bobadilla, de Boca.