Todos sabemos que una discusión bizantina (vicentina, según un famoso político ya en retiro), es una que no conduce a nada más que a perder tiempo mientras el enemigo se viene encima. Se dice que los moradores de Bizancio (cabeza del Imperio Romano de Oriente) y sus autoridades estaban enzarzados en una acalorada discusión sobre si los ángeles tenían sexo o no, cuando los turcos les cayeron encima y los mandaron a despejar la duda con sus propios ojos, poniendo fin así al Imperio Romano sobreviviente, mil años después de que el Imperio de Occidente cayera.
En nuestro país, no solo nos trenzamos en discusiones estériles, sino que incurrimos en acciones inútiles, postergando o suspendiendo sine die otras de carácter urgente. Hace poco, en medio de la vorágine de las inundaciones mezcladas con protestas campesinas y ciudadanas, reclamos de subsidios, jepillápa guasu de funcionarios públicos con cargos extravagantes y salarios bonitos, extravío de computadoras, vencimiento de remedios y otras bendiciones, alguien planteó la necesidad de renovar la cúpula del Panteón de los Héroes. Y lo peor es que otro alguien apoyó la moción. Si comprender qué es lo prioritario es un sentido, los paraguayos carecemos de él.
En medio de una formal y discreta, pero a la vez feroz disputa entre dos obispos, con la llegada de dos eminentes figuras del Vaticano que vinieron a investigar en profundidad los hechos, a no sé quien se le ocurrió otorgarle el título de Visitante Ilustre de Asunción al principal de los dos investigadores venidos para tal fin. Eran investigadores, no visitantes. Habría sido como darle la misma distinción a cada ñato de la DEA o del FBI que pasa por aquí en persecución de alguna estrella narco, ya para detenerlo, ya para pedirle su parte; vaya uno a saber.
Ahora se llegó a un acuerdo con los transportistas: se les subsidiará cada boleto con 100 guaraníes y se les entregará 15 millones de dólares para renovar algunas de sus lamentables unidades de transporte. Apostaría casi cualquier cosa a que a lo sumo, se comprarán tres ómnibus y el resto sufrirá una inexplicable evaporación que dejará una rara sensación de bienestar entre algunos de los capos de la Cetrapam. ¿No eran los inundados los principales sujetos de ayuda social, hacia quienes debíamos dirigir todas nuestras posibilidades de auxilio?
El barullo de los extravagantes cargos de algunos funcionarios del Senado fue acallado por el petit escándalo Galaverna. Esto recuerda a Lugo y su pregunta: ¿Quién no estuvo en una orgía?