“Los rehenes deben ser liberados, luego podremos hablar”, afirmó en la Casa Blanca cuando se le preguntó si apoyaría un acuerdo de “rehenes por alto el fuego”.
Poco antes, Hamás afirmó haber liberado a otras dos mujeres secuestradas en Israel. El viernes dejó en libertad a una madre y su hija estadounidenses, Judith y Natalie Raanan.
Israel aumentó el lunes el número de rehenes confirmados a 222 personas capturadas cuando hombres armados de Hamás cruzaron la frontera y atacaron kibutz, ciudades y bases militares en el sur de Israel.
Las autoridades israelíes afirman que más de 1.400 personas han muerto, en su mayoría civiles, en el ataque de Hamás el 7 de octubre, el peor desde la creación de Israel en 1948.
En Gaza, el Ministerio de Salud, dirigido por Hamás, afirma que más de 5.000 personas, la mayoría de ellas también civiles, han muerto durante las represalias de Israel.
Biden también se refirió a una llamada de teléfono con el papa Francisco el domingo sobre la guerra entre Israel y Hamás y la situación humanitaria en Gaza.
“El Papa y yo estamos de acuerdo, él tenía mucho, mucho, mucho interés en lo que estábamos haciendo”, manifestó Biden.
El presidente estadounidense afirma haberle explicado “la estrategia”.
Los ataques también dañaron al menos 181.000 viviendas, de las cuales 20.000 quedaron totalmente destruidas o inutilizables en este pequeño territorio de 362 km², donde viven hacinados 2,4 millones de personas.
El territorio está bajo un “asedio total” desde el 9 de octubre, cuando Israel cortó los suministros de agua, comida, electricidad y combustible. Pero la ayuda humanitaria empezó a llegar a cuentagotas el sábado desde el paso de Rafah, en la frontera con Egipto.
Un tercer convoy de 20 camiones entró este lunes. La ONU considera sin embargo que es insuficiente.