18 nov. 2025

Bandoneón: instrumento que sobrevive de generación en generación

@Lic.marisolramirez

Si bien es el alma del tango y el chamamé porteño, el bandoneón es un complemento ideal para la música folclórica paraguaya, que lejos de ser relegada crece en popularidad.

Varias son las agrupaciones que enriquecen su repertorio con solos de este instrumento de percusión, “chicos y chicas vuelvan a estudiar el instrumento”, agrega con entusiasmo Hebert Cáceres, bandoneonista, cantante y docente paraguayo.

El integrante del Grupo Generación heredó el talento de su padre, don Bruno Cáceres, también bandoneonista, quien es una figura central en la persistencia del instrumento en el ámbito musical paraguayo.

Formado con maestros de la talla de Blas Morínigo, Carlos Bordón y su padre, a Hebert no le bastó con aprender , también se dedica a la enseñanza. Actualmente lo hace en el Conservatorio Ha Che Valle de San Juan Bautista, Misiones.

El bandoneón es antiquísimo en la música paraguaya y se escucha en muchas creaciones, “además que tuvimos bandoneonistas compositores maravillosos como Herminio Giménez, Luis Cañete, Carlos Bordón, etc., quienes con el bandoneón se inspiraron para dejarnos páginas musicales preciosas”, comenta Hebert.

similitudes y diferencias. Respecto a las diferencias y similitudes del bandoneón con el acordeón, Cáceres menciona que el bandoneón posee las mismas características armónicas que el acordeón a botones o a piano, porque es un instrumento cromático, es decir, se puede tocar en cualquier tonalidad.

“El bandoneón se integró en varios conjuntos folclóricos, en tanto que el acordeón adquirió más popularidad por su manera un tanto más fácil de ejecutar y por sobre todo más fácil de conseguir. Conozco acordeonistas que soñaban con tocar bandoneón pero no pudieron conseguir el instrumento en su momento y optaron por el acordeón”, recuerda.

El músico agrega que el conjunto folclórico Perurimá, el Cuarteto Venus y el Conjunto Panambi Rory “fueron agrupaciones que tuvieron acordeón y bandoneón en su conformación”.

Resistencia a Morir. Hebert Cáceres cree que el bandoneón es un instrumento que se niega a morir: “Iniciamos hace como 15 años una campaña de generar espacios para que chicos y chicas vuelvan a estudiar el instrumento”, cuenta.

“Junto a mi padre, Bruno Cáceres, logramos enseñar en la escuela de música Juan Manuel Ávalos de Carapeguá. Luego fui contratado en el Conservatorio Ha Che Valle de San Juan, Misiones, donde conseguimos el interés de varios alumnos, quienes hasta hoy se están formando. Creemos que la misión de volver a encender la mecha funcionó, pues estudian y ya están actuando en escenarios locales”, asegura.

Con respecto al género en donde la estrella es el bandoneón, el tango, afirma que en Paraguay “el consumo en la capital del país y otras ciudades se mantiene de alguna forma, aunque no sea muy numeroso su público”. Eso cambia al hablar de polca o chamamé, que tienen como parte integral del sonido el bandoneón. “Por ello tienen más seguidores sobre todo en la zona sur del país, entre Misiones, Ñeembucú e Itapúa”.

Sonido profundo. Se dice que existe un nicho de músicos y aficionados que valoran su sonido único, más melancólico y profundo que el del acordeón, y que a veces se utiliza en fusiones o para dar un matiz diferente a la música folclórica paraguaya; y Hebert está de acuerdo.

”Coincido con que el sonido es más melancólico y profundo, agregaría que un tanto más dulce que el acordeón. Sin embargo, en un gran porcentaje depende del instrumentista, el acordeón tiene un sonido más estridente y potente, pero, reitero, depende del instrumentista que según su capacidad y habilidad puede lograr erizar la piel”.

El instrumentista destaca que en los comienzos del desarrollo de la música paraguaya, siempre estuvo presente el bandoneón en todas sus manifestaciones.

Al decir de Hebert Cáceres, “el sonido del bandoneón no morirá en la música paraguaya”.

“Seguiremos luchando por tener más intérpretes a través de la enseñanza y la estimulación. Hay bastante gente interesada”, subraya el músico al mencionar que su hijo, Bruno Luis Cáceres, de 8 años, ya está tocando el instrumento, y el año pasado ganó el Festival de la Raza, oportunidad en la que tocó con la ONAMP, bajo la dirección del maestro Luis Álvarez.

Si bien el bandoneón no es un instrumento autóctono de la música paraguaya, “tampoco lo fue en los inicios del tango, que fue creado y ejecutado con guitarras, violines y pianos en Argentina y Uruguay”, detalla.

“Luego, llegaron los bandoneones a través de los inmigrantes alemanes, quienes utilizaban el instrumento para ejecutar las músicas sacras. Los sudamericanos adoptamos al instrumento y lo utilizamos en nuestro folclore”, relata.

Así, “mágicamente”, este instrumento le otorgó “un sabor diferente a nuestra música, y creo que se quedó para siempre”.

“En la música paraguaya siempre estuvo presente en conjuntos folclóricos, y por sobre todo en orquestas típicas, que fueron conformaciones calcadas de las orquestas de tango, pero con repertorio de música paraguaya”, comparte el artista, que se inició en el canto con Alberto de Luque y Cristóbal Benegas. Finalmente se recibió de profesor superior de canto con la reconocida maestra Ñeca González.

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