24 abr. 2024

Auschwitz: Los peligros de la actualidad

El 27 de enero de 1945, el campo de concentración nazi fue liberado por el Ejército Rojo de la extinta Unión Soviética. En Auschwitz, Polonia, tuvo lugar el genocidio más grande de la historia. Un repaso por los hechos y su proyección en nuestros días.

María Gloria Báez

Enero de 2020 marca 75 años de la liberación de Auschwitz, el campo más grande establecido por los nazis y 15 años de la proclamación de la Asamblea General de las Naciones Unidas del Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.

El 27 de enero de 1945, las tropas soviéticas ingresaron a Auschwitz, complejo de campos de concentración y exterminio nazi, marchando entre las cenizas de los martirizados, liberando a los sobrevivientes restantes y descubriendo los crímenes atroces que se habían cometido en ese lugar. Encontraron a unos 7.000 sobrevivientes, muchos de ellos moribundos. tatuados con un número en el antebrazo izquierdo y un tormento inconcebible en sus mentes y cuerpos, los sobrevivientes pudieron trasponer la puerta de Auschwitz en donde irónicamente se lee el lema en alemán Arbeit macht Frei o El trabajo libera, ya como hombres y mujeres libres.

En las semanas previas a la llegada de las tropas del Ejército Rojo, miles de prisioneros fueron fusilados o asesinados en las cámaras de gas. Diez días antes, los nazis habían evacuado a unos 60.000 prisioneros forzados a marchar hacia Loslau (actualmente Wodzislaw Slaski, Polonia), en condiciones climáticas de temperatura bajo cero. Más tarde, los sobrevivientes recordaban a la “marcha de la muerte” como incluso peor de lo que habían soportado en el campo. Antes de esa retirada, las unidades nazis habían volado partes del campo, pero no pudieron destruir la evidencia de su trabajo genocida, como ser los restos de una cámara de gas; lugar donde el testimonio se detiene, porque ninguno que ingresó, sobrevivió. Aquí, no hay pensamiento que deje de dar un salto a la imaginación que estremece ante la realidad del horror.

Solución final

Auschwitz-Birkenau, el más notorio de los campos nazis, fue el sitio del mayor asesinato en masa en la historia de la humanidad. El más famoso de los campos de exterminio establecidos por Adolf Hitler para llevar a cabo su “solución final”, el asesinato principalmente de la población judía de Europa. Este, así como los demás campos, cumplieron los objetivos de un programa sistemático de genocidio patrocinado por el Estado. Los brutales crímenes del Holocausto resultaron no solo de la incitación validada por el estado al odio y genocidio, sino también por la indiferencia, conspiraciones de silencio de una gran parte de la comunidad internacional de espectadora. El poema del pastor luterano alemán Martin Niemöller, “Cuando los nazis vinieron por los comunistas”, capta elocuentemente esta terrible indiferencia humana.

No se sabe exactamente cuántas personas murieron en Auschwitz, pero se estima alrededor de 1.1 millones de personas, la mayoría de ellos judíos de toda Europa, así como miles de gitanos romaníes, homosexuales, discapacitados, opositores políticos; cualquiera que los nazis consideraran inferior y desechable. Murieron en cámaras de gas, hornos crematorios, experimentos seudomédicos, fusilados o de enfermedades, hambre, abuso y agotamiento.

Escribir después de la barbarie

No existen palabras que puedan describir toda la aterradora verdad sobre los horrores cometidos. Explicar lo que ocurrió, es imposible.

Theodor Adorno escribía en Crítica cultura y sociedad (1949): “escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie”. Los sobrevivientes y sus impactantes testimonios del Holocausto, han sido de inmenso aporte y desempeñado un rol crucial, al revelar al mundo las atrocidades del despreciable genocidio. Hablan de dolor y pérdida, de fuerza y supervivencia; sobretodo, y quizás lo más importante, de poseer el coraje moral para hacernos llegar un mensaje sobre la firme convicción de libertad, dignidad y esperanza del ser humano. Han transmitido experiencias difíciles con el fin de crear un futuro libre de peligros de exclusión y persecución. Han legado un mensaje de resiliencia y esperanza a las próximas generaciones.

Mantener la memoria

Es por esta razón, que es obligación de nuestra generación mantener vivos los recuerdos, para a su vez, transmitirlos de manera cuidadosa y responsable. Cualquier cosa menos que eso, conducirá a la continua disminución y distorsión de un pasado cuya memoria debe preservarse lo más fielmente posible; como acto de justicia a las víctimas, pero también como una advertencia, y es que puede volver a suceder. Con esta recordación, no solo se honra a víctimas y sobrevivientes, sino que constituye una exhortación para las sucesivas generaciones contra la intolerancia, el prejuicio y el odio. La importancia de estos aniversarios, no solo radica en la cantidad de años transcurridos, sino que está relacionada con el mundo en el que vivimos hoy. Moramos en un mundo de intolerancia fundamentalista y relativismo moral. Estos son tiempos difíciles para las instituciones democráticas que están bajo presión y son desafiadas, inclusive, desvergonzadamente despreciadas. Las sociedades se polarizan y fragmentan cada vez más. Los “ismos” tóxicos del pasado –etnonacionalismo–, populismo, antisemitismo (y otros) están siendo revividos. Las reacciones racistas, xenófobas y antisemitas se están reavivando a una escala inesperada, y los grupos que promueven abiertamente el odio están en aumento.

A principios de 1946, las fuerzas de ocupación soviéticas, transfirieron la autoridad sobre el antiguo campo al estado polaco. En 1947 a petición de los sobrevivientes, el Gobierno de Polonia funda el Museo Estatal Auschwitz-Birkenau el cual ha sido declarado por la Unesco, Patrimonio de la Humanidad en 1979. El sitio conmemorativo incluye las instalaciones, edificios y cuarteles del campo de concentración nazi principal (Auschwitz I); el sitio casi vacío del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau (Auschwitz II), así como el área del museo actual. En total cubre un área de 191 hectáreas. La preservación de este sitio, no es solo una obligación para con las generaciones pasadas, víctimas y sobrevivientes sino que en gran medida, también es una obligación para con las generaciones venideras. Son quienes deben continuar con los esfuerzos de posguerra para construir un mundo mejor, más comunitario, comprensivo, inclusivo, caracterizado por la solidaridad y la seguridad. Son quienes construirán el futuro de nuestra civilización. Les debemos la verdad sobre Auschwitz y el Holocausto.

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