“Basado en los escombros que se encontraron, lo que aparentemente ocurrió fue que la cámara de presión del sumergible no sostuvo a esas profundidades la alta presión, de hasta 5.800 libras (2.633 kilos)”, lo que causó una “implosión instantánea”, subrayó García, oficial de seguridad de buceo de la Universidad Internacional de Florida (FIU).
“Puede ser que, desafortunadamente, esta vez la cámara de presión no dio más. Pero esperamos que la investigación oficial pueda dar las respuestas que las familias necesitan”. “La tripulación no tuvo tiempo ni de pensar en lo que estaba pasando”, aseveró.
La implosión habría matado instantáneamente a los cinco pasajeros del sumergible que desde el pasado domingo estaba desaparecido en aguas del Atlántico Norte y que desató cuatro días de búsqueda.
El jueves último, la Guardia Costera de EEUU anunció que los “escombros” encontrados cerca de la zona donde se hallan los restos del Titanic eran de la parte externa del Titán.
En el vehículo viajaban el empresario paquistaní Shahzada Dawood con su hijo Suleman; el explorador británico Hamish Harding; el explorador francés Paul-Henry Nargeolet y el consejero delegado de la firma OceanGate, Stockton Rush.
CÁMARA DEBILITADA. “Aunque (el Titán) ya había ido a esas profundidades anteriormente, cada vez que se sumergía la presión pudo debilitar el material de la cámara, gradualmente”, apuntó el experimentado buzo con más de 20 años de servicio en la Marina estadounidense.
La diferencia de presión es tanta a esas profundidades que “pudo causar un fallo catastrófico en la estructura de la cámara de presión del sumergible”. Pese a que es muy difícil determinar todavía con exactitud cuándo y cómo ocurrió este fallo catastrófico, García precisó que, de no ser una implosión la causa, “el oxígeno disponible no es el problema” real.
El problema, en este segundo escenario de una posible pérdida de energía a bordo, sería el dióxido de carbono, ya que un nivel de este gas que alcance el 10 % es muy tóxico y resulta letal, asegura.
Sobre la fiabilidad de batiscafos como el Titán, puntualiza que “siempre hay riesgos”y que, en el caso de este sumergible, “hay muchas variables en términos de construcción y procedimientos de certificación que deben ser evaluados”.
Explica que, por ejemplo, el laboratorio de investigación submarino Aquarius, a 62 pies de profundidad (19 metros) en Cayo Largo, “fue construido siguiendo las leyes federales de cámaras de presión” y tiene inspecciones todos los años y una especial cada tres.
“No sabemos qué hicieron en este caso”, dice en referencia al Titán, pero este siniestro llevará a “revisar cómo se construyen estos sumergibles y el tipo de inspecciones”, remata.