Paralelamente al hervidero que se generará en la pugna electoral está el sentir cotidiano de las familias asuncenas que observan el abandono casi sistemático referido a casi todos los servicios que debe proveer la Intendencia Municipal, ya que el entorno expone un panorama desolador en cuanto a calles intransitables, veredas y plazas sucias, pequeños vertederos improvisados, mala señalización y un etcétera histórico de déficit. Frente a ello se presenta una estructura prebendaria y clientelista, con cada vez más funcionarios colgados de un ingreso mensual, pero sin justificación alguna que mencionar para agigantar la nómina, mientras falta personal idóneo en las calles para ordenar el tránsito o realizar la limpieza correspondiente.
Al moverse el avispero de la anterior administración, plagada de reclamos y exigencias desde la ciudadanía, que pedía a gritos una mejor gestión -ya que Asunción parecía más un campo devastado por una guerra antes que ciudad digna- empezó a cobrar cuerpo también el espectro de las candidaturas que tentarán posicionarse frente a la opinión pública con los mejores argumentos para convencer a un electorado hastiado de falsas promesas. Cada vez resulta más difícil cautivar al votante de que la propuesta es genuina, verdadera, se preocupa realmente de los intereses de la ciudadanía y volcará sus fuerzas en enmendar los despistes anteriores, ofreciendo una localidad acorde a como se merecen los capitalinos.
Priorizar lo urgente en favor de la población parece cada vez menos importante, frente al reposicionamiento de los partidos en la búsqueda del poder en Asunción. Los actos y gestos se plasman más por medio de “fachadas” para convencer a la ciudadanía, o bien emanan las acciones demagógicas y populistas para ganar adeptos, mientras las planificaciones a mediano y largo plazo van quedando en la mera escritura de los documentos. Como todo trabajo que conlleve un cúmulo de infraestructura de gran porte exige de gran presupuesto, los administradores se ven frente a la disyuntiva de invertir en eso o asegurar los recursos para la lista sobredimensionada de funcionarios incapaces de una buena gestión.
Quien observe de qué manera son invertidos los impuestos que destinan a la administración municipal, tiene la magnífica oportunidad de afinar mejor la puntería con el fin de elegir a los que van a gestionar los ingresos de cara a dotar a la cuidad de más y mejor infraestructura, para una vida mejor.