Los senadores reconocieron este jueves al ex juez Agustín Fernández y al activista social por los derechos humanos Martín Almada, por “sus invaluables aportes para la recuperación, protección y puesta en valor” de los Archivos del Terror.
Almada fue quien presentó un primer pedido de hábeas data ante la Justicia; mientras que Fernández, como juez, acogió dicha solicitud y le dio el impulso al caso que derivó en el histórico hallazgo.
El senador Carlos Filizzola destacó la “valentía de dos hombres” que permitió conocer más de dos toneladas de documentos clasificados que evidenciaban las represiones y las desapariciones durante los años más oscuros en la historia del Paraguay: La “nefasta” dictadura de Alfredo Stroessner.
Tras recibir el homenaje y tomarse fotografías, el ex magistrado Fernández pronunció un fuerte discurso en favor de la memoria histórica, donde el eje central fueron las generaciones jóvenes “que no tienen idea de lo que ocurrió”.
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“Haciendo una retrospectiva, pasaron 30 años. Son tres décadas de memoria histórica sostenidas desde su hallazgo. Desde allí realmente generamos una cultura por la verdad, justicia y reparación”, expresó ante el pleno.
Como director del Museo de la Justicia, señaló que día a día despliegan la “tarea de educación en pedagogía de la memoria, orientada a las generaciones jóvenes que no tienen idea de lo que ocurrió”.
Reiteró que este archivo está reconocido en el Paraguay, el Mercosur y el mundo “como un paradigma clave para la construcción y fortalecimiento de la democracia”.
“Hay lecciones aún no aprendidas”
Asimismo, Fernández consideró que el reconocimiento “es el mejor premio” que pudieron recibir del Senado; no obstante, dijo que aún hay lecciones no aprendidas en estos años de democracia, sobre todo cuando existen intentos de “tergiversar la historia con el propósito de minimizar la importancia de este archivo, incluso a los protagonistas”.
Si bien expresó que el reconocimiento lo “llena de emoción y orgullo”, expresó que su anhelo es que la historia del descubrimiento del archivo esté plasmada en los libros de aprendizaje de los jóvenes.
“Esta historia reciente tiene que formar parte de los libros de aprendizaje de los jóvenes. Hoy tenemos tecnología, nuestro anhelo principal es que se conozca en todo el mundo, para que el ciudadano tocando dos teclas pueda ver cualquiera de los documentos”, manifestó.
En su discurso, se hizo eco de la tarea del Poder Judicial e indicó que el camino que debe recorrer es el de la independencia y que sea la ley la que impere en la democracia, como hace 30 años.
“País que olvida, país que repite sus errores. Este reconocimiento es un gran paso por la memoria histórica. Me compromete, me estimula y me impone nuevos desafíos”, expresó emocionado y casi llorando.
Jóvenes deben conocer la historia
El activista Martín Almada, por su parte, instó al Congreso a realizar reconocimientos “a todas las organizaciones, instituciones, movimientos y comunidades indígenas que fueron vulnerados durante los 35 años de dictadura”.
También solicitó que busque la forma de proveer el pago de una indemnización a todas las víctimas y familias de ellas.
Por último, se dirigió a los jóvenes para que la Resolución N° 508, que los reconoce, les sirva como un estímulo para observar, conocer e investigar “la trama de la serie de mentiras de los represores”.
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“Si logramos avanzar en este sentido, construyendo respeto y solidaridad, el trabajo ha valido la pena”, señaló.
Citó un evangelio de San Mateo para indicar la frase que lo sigue alentando para encontrar memoria, verdad, justicia y reparaciones: “No hay nada oculto bajo el sol que no llegue a revelarse”, pronunció.
“Tenemos que seguir trabajando, aunque describir la verdad, abrir archivos y difundirlos sea peligroso”, instó a los jóvenes.
Descubrimiento del Archivo del Terror
El 22 de diciembre del 1992, una comitiva judicial, de activistas de derechos humanos y de periodistas acudieron al Departamento de Producciones de la Policía, en Lambaré, donde se realizó el allanamiento del sitio.
De este modo se encontraron más de dos mil documentos sobre prisioneros políticos, desaparecidos, informes policiales, fotografías y declaraciones bajo tortura de víctimas de la dictadura.
Se trata del mayor hallazgo de archivos políticos bajo la dictadura y una de las pocas fuentes documentales rescatadas entre las dictaduras latinoamericanas.