25 jul. 2025

Antonieta Rojas: Científica por vocación y convicción

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Antonieta Rojas de Arias es una reconocida bióloga, investigadora científica y educadora paraguaya. Su incursión en el mundo de la ciencia comenzó a inicios de la década de 1980, en un contexto nacional adverso para la investigación. “En esa época, en Paraguay existían grupos de investigación en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y en algunas otras instituciones, pero éramos islas de pensamiento y producción científica. En general, se nos conocía por el nombre del investigador de mayor formación”, rememora.

Las dificultades eran múltiples. No había fondos nacionales para el desarrollo científico, y quienes lograban financiar sus proyectos lo hacían gracias al respaldo de universidades e instituciones extranjeras. “La investigación era considerada un gasto, no una inversión. Sin embargo, para mí siempre fue más que una ocupación: fue una pasión”, afirma con convicción.

Después de 25 años dedicados a la UNA, Antonieta decidió dar un paso: junto a María Celeste Vega y Miriam Rolón –dos jóvenes paraguayas que regresaban al país con doctorados obtenidos en España– fundó el Centro para el Desarrollo de la Investigación Científica (Cedic).

“La situación en ese momento no permitía que ellas ingresaran como investigadoras a la universidad, y para evitar que emigraran, nos lanzamos en una aventura que hoy ya tiene 17 años”.

Cuenta que dos instituciones claves se convirtieron en pilares fundamentales en esta travesía: el Laboratorio Díaz Gill, a través del Dr. Gustavo Díaz Gill y la Dra. Renate Henning, y la Fundación Moisés Bertoni, cuya directiva, liderada por el Ing. Raúl Gauto, no solo administró los fondos iniciales, sino que también financió la actual sede del Cedic.

“Muchas personas nos apoyaron con importantes donaciones. Confiaron en nosotras más de lo que nosotras mismas lo hicimos”, recuerda.

A partir del 2011, el centro logró el respaldo del proyecto Focem, además de adjudicarse fondos de Conacyt y otros organismos internacionales.

Hoy en día, el Cedic cuenta con publicaciones científicas de alto impacto, patentes registradas, recursos humanos altamente calificados y una de las plataformas biotecnológicas más avanzadas del país.

“Sin duda, el Cedic es nuestro orgullo”, afirma.

ROL DE LA MUJER

A nivel mundial, solo el 33% de los investigadores científicos son mujeres, según datos de la Unesco. Pero en los años 80, la situación era aún más desigual. En Paraguay, un fenómeno particular favoreció la incorporación femenina en el ámbito científico: los bajos salarios en investigación eran poco atractivos para los hombres, quienes difícilmente podían mantener a sus familias con ellos.

Esto abrió paso a muchas mujeres talentosas que, con ingenio y dedicación, comenzaron a ocupar espacios en áreas como la salud, la química y la biomedicina. “Así se fue formando una masa crítica de investigadoras que fortaleció el área de ciencias de la salud. Hoy es el sector más maduro en términos de producción científica dentro del Conacyt. Y si consideramos todas las disciplinas, las mujeres representan actualmente el 49,1% del plantel de investigadores del país”, explica.

A pesar de los avances, persisten obstáculos estructurales. El famoso techo de cristal y la brecha salarial continúan afectando a las mujeres, incluso cuando cuentan con la misma preparación que sus colegas varones. “Muchas se quedan en el camino por asumir responsabilidades familiares que la cultura todavía adjudica casi exclusivamente a las mujeres. Son muy pocas las que llegan a ocupar altos cargos”, lamenta.

Sin embargo, Antonieta se muestra optimista: “Creo que las cosas están cambiando para bien. Se empieza a consolidar una visión de responsabilidad compartida, y eso es fundamental para el futuro de la ciencia y de la sociedad”.

Para Antonieta, ocupar la Presidencia de la Sociedad Científica del Paraguay ha sido uno de sus mayores reconocimientos como mujer científica, además de una gran responsabilidad.

“Fue un momento donde se debatía la importancia de la ciencia para el desarrollo científico y tecnológico del país, hoy no hay duda de que la ciencia es la base de todos los emprendimientos tecnológicos y las innovaciones, y es también la base de la competitividad de un país. Con el apoyo de las comisiones directivas que me acompañaron seis años, la Sociedad cambió su perfil y pasó a ser la voz de la ciencia en el país”, afirma.

También destacó el impulso que se dio a la Sociedad Científica del Paraguay, donde se revivieron actividades emblemáticas como el Premio Barbero, se creó el Encuentro de Investigadores y se promovió la elaboración de la Ley del Investigador Científico. “Actualmente, de la mano de su presidente, el Dr. Herib Caballero, la Sociedad Científica brilla y ha consolidado su lugar tanto en la sociedad civil como en los organismos del Estado”, subrayó.

En la actualidad, Antonieta concentra sus esfuerzos en la formación de talento humano altamente calificado, convencida de que es la clave para el desarrollo del país. Está dedicada a la conformación y coordinación de doctorados de excelencia, una labor que considera su mayor legado. “Lo hago desde distintos espacios: como rectora y académica en la Universidad Comunera, donde apoyo la Maestría y el Doctorado en Ciencia de Datos; como coordinadora nacional del Doctorado en Ciencias de la Salud del programa Fiocruz/Focem; y también colaborando con la UNE, en la coordinación de su Doctorado en Ciencias de la Salud”, detalla.

“Creo firmemente que el mayor aporte que puedo dejar es la formación de estos recursos humanos que tomarán la posta para el desarrollo científico y tecnológico del país”, concluye la talentosa mujer paraguaya.

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A lo largo de su carrera, Antonieta Rojas de Arias obtuvo varios reconocimientos.

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