Esa característica resulta notable ya que, si se revisa la lista de ganadores del Buchpreis, se encuentran numerosas novelas que tienden, antes que nada, a dar cuenta de procesos históricos y políticos.
A veces es la historia de la República Democrática Alemana (RDA), como es el caso de En años de la luz menguante de Eugen Rüge, o la confrontación con el pasado, como en Audiencia Provincial de Ursula Krechel.
A diferencia de esas obras, en la novela de Klüssendorf no se busca ajustar cuentas con el pasado colectivo sino con los fantasmas del pasado individual.
“Años más tarde” cuenta la historia de una mujer adulta que busca ordenar su vida pero vive luchando contra los fantasmas de una infancia. Esa infancia transcurrió en la RDA -hay indicios de ello- pero eso es relegado a segundo plano.
La obra, escogida entre las veinte novelas que optan a Buchpreis, es el tercer tomo de una trilogía que se inició en 2011 con Das Mädchen (La muchacha) y siguió en 2014 con April.
El mundo de La muchacha está marcado por el alcoholismo, la violencia y el abuso de menores así como por la falta de perspectivas.
Se trata de un mundo que nunca existió en el discurso oficial de la extinta RDA ya que todo lo que lo forma era visto en él como productos de la decadencia capitalista.
En April la muchacha se da a sí misma ese nombre, tomado de una canción de Deep Purple y en 1985 huye de la RDA, con destino a Alemania Occidental. En Años más tarde dice que si huyó no fue por razones políticas sino porque se aburría.
Ahora, en años después, April se ha convertido en escritora, tiene un hijo, Julius, conoce a un cirujano, Ludwig, con quien se casa y tiene un segundo hijo, Sam, pero, pese a todo el aparente idilio y a la tranquilidad económica, su pasado sigue persiguiéndola.
El origen de April en la RDA podría llevar a nombrar a Klüssendorf a la lista de una serie de escritores -como Ingo Schulze, Eugen Rüge o Uwe Tellkamp- cuyas obras tienen que ver con esa desaparecida república.
Ya con La muchacha y con April Klüssendorf no solo estuvo en la longlist, de 20 novelas, sino en la schortlist, de se las seis novelas finalistas al Buchpreis.
Una razón para ello, si se cree a la mayoría de las críticas, es su uso del lenguaje, que le permite evocar situaciones con frases cortas e imágenes precisas de una manera tan viva que hace sentir la historia de April muy cerca del lector.
Hay, también, otra lectura: la de los traumas que pasan de generación a generación por canales diversos lo que es algo que siempre tiene una caja de resonancia en la mentalidad alemana.
Los fantasmas de April vienen de su relación con una madre despótica que a veces la hace pensar, ya adulta, que la felicidad es algo que no es posible sin que después venga algún tipo de represalia.
Hasta ahora desconocemos la historia de la madre, la historia que la llevó a convertirla en su ser despótico. No es impensable que algún día Klüssendorf también la cuente.