La revista del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (Cadep) recoge un nuevo artículo crítico hacia el discurso oficial del presidente Santiago Peña, tras su último informe anual presentado. Bajo el título Informe presidencial y la maravilla de los datos, el economista José Carlos Rodríguez desmantela, punto por punto, el relato de la positividad económica que el Gobierno intenta instalar y cuestiona con dureza la desconexión entre las cifras macroeconómicas y el malestar creciente de la ciudadanía.
“El presidente Santiago Peña y sus amigos –quizás muchos más– no logran entenderlo. Si todo va fenómeno, todo tan bien… ¿se puede saber por qué hay un ambiente de tanta mala onda? La aprobación del presidente de la República y de su Gobierno es baja (42%) y sigue cayendo. En cambio, muchas estadísticas económicas muestran subas ¿Será una antinomia?”, se pregunta el analista.
En tanto, Rodríguez no desconoce los datos positivos destacados por el Ejecutivo, señalando que “no son menores”. Resaltó que “la pobreza se redujo al 20,1% en 2024, el nivel más bajo en décadas. La pobreza extrema cayó al 4,1%, marcando un récord histórico. El PIB crece a un promedio del 4,4%, incluso en un contexto global adverso. La desigualdad, medida por el índice de Gini, es la más baja desde que se tienen registros: 0,44. La inflación se mantiene bajo control, en torno al 3,7%, y que el desempleo permanece estable y en niveles bajos: 5,7%".
Incluso sostiene que “el Paraguay crece más que el mundo, que en el 2025 no va a crecer, más que América Latina, que este año creció bien poco”. Sin embargo, sostiene que hay otros datos “que importan y no son positivos”, y que incluso los datos buenos del oficialismo, “mirados al detalle, no son tan buenos, como presumen ser”.
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Sobre el crecimiento, afirma que “el país crece, sí. Pero crecemos menos que en la década pasada. Y muchísimo menos de lo que nos permitiría algún día converger, es decir, acercarnos en niveles de ingreso y bienestar, a los países desarrollados”.
En cuanto a la pobreza, cuestiona que “uno de cada cinco paraguayos siga siendo pobre es mucho mejor que en 2002, cuando las reformas neoliberales empujaron la pobreza al 50%".
“En eso, hay que decirlo, programas como Tekoporã ayudaron. Pero si el país está creciendo, ¿por qué debe hacerlo a costa de sus pobres? ¿Por qué no crecer todos juntos, ricos y pobres? En 2022, el 10% más rico del país aumentó sus ingresos a un 35%. El 10% más pobre, apenas a un 1,7% (Instituto Nacional de Estadísticas). Los que ya estaban mejor, mejoraron aún más. Y los que no… ‘que les coma la vaca’. No vivimos en el país de las maravillas”, lamenta.
Respecto al índice de Gini, reconoce que “mejoró", lo que califica como “buena noticia”, pero afirma que sigue en un 0,44, un valor que nos mantiene en la zona alta de desigualdad mundial, mientras que en países más igualitarios es alrededor de 0,34.
“Ahí se puede caminar tranquilo por la calle, hablar con desconocidos, confiar. Acá no. La desigualdad hospeda tasas de homicidio muy altas: en esos países igualitarios, menos de 1% anual cada 100.000 habitantes. En Paraguay, 7% anual cada 100.000 habitantes. Pero, en uno de los departamentos –Amambay–, hay más de 70 asesinados por cada 100.000 habitantes por año. Una tragedia”, alertó.
Crimen organizado
Rodríguez advierte también que, más que la economía, lo que en Paraguay creció fue el crimen organizado y que solo crecen económicamente los “grupos poderosos” que lo gobiernan.
“En el 2021 estábamos en el 4° lugar entre los países con mayor crimen organizado. En el 2023 llegamos a salir terceros. En cosas malas hemos tenido una gran mejoría. Somos líderes mundiales en el contrabando, lavado y tráfico ilegal. Se estima que hasta el 30% del PIB suman estas ‘industrias’. (GI-TOC). Los únicos que ganan aún más que los ricos, son los bandidos. Eso no es nada bueno”, apuntó.
Y añadió: “El mandatario se debe a su pueblo, no a su padrino, ni a su patrón. Si no fueran datos de una antigua institución encuestadora (Latinobarómetro), podríamos pensar que se trata de una posverdad. Pero no es así. Este es un dato sostenido, con trayectoria, en el cual Paraguay es un líder total en América Latina, como mal ejemplo. Y dejan al gobierno y la ciudadanía muy mal”.
Finalmente, reflexiona que “la pobreza a veces duele más cuando hay progreso… pero ese progreso no llega al que se queja”.
“Una mala democracia y un capitalismo chambón son preferibles a la dictadura brutal y la oligarquía cerrada de antes. Pero precisamente esa mejora vuelve más visible –y más irritantes– cuando las injusticias persisten. El capitalismo que parece funcionar en Paraguay no es un capitalismo progresista. Produce riqueza, sí. Pero no la reparte bien”, apuntó a su vez.
José Carlos Rodríguez, en su análisis, advierte también sobre el deterioro institucional y señala que detrás del discurso de progreso, las fracturas sociales, económicas y éticas siguen sin resolverse.