23 dic. 2025

Ana María Martínez triunfa cantando en checo “Rusalka”, de Dvorák

Londres, 17 jul (EFE).- La puertorriqueña Ana María Martínez no ha parado de recibir elogios de la crítica británica por su papel estelar en la bellísima ópera “Rusalka”, de Antonín Dvorák.

La soprano latinoamericana hizo su debut en el festival de Glyndebourne con la primera ópera que canta en checo, un idioma que considera muy hermoso y apropiado para el canto.


En la imagen, la puertorriqueña Ana María Martínez no ha parado de recibir elogios de la crítica británica por su papel estelar en la bellísima ópera “Rusalka”, de Antonín Dvorák. La soprano latinoamericana hizo su debut en el festival de Glyndebourne con la primera ópera que canta en checo, un idioma que considera muy hermoso y apropiado para el canto. EFE | Ampliar imagen

Es un idioma con fama de especialmente difícil, pero Martínez explica a EFE que tuvo varias sesiones con un lingüista en Estados Unidos con el que fue pronunciando su texto “palabra por palabra”.

Además, contó con la ayuda inestimable de Jirí Belohlávek, “el fabuloso maestro checo” que dirige la orquesta y “sigue los textos de cada uno de los cantantes con movimientos de los labios”, como si fuera el apuntador.

Martínez destaca por otro lado el hecho de que en Glyndebourne haya podido ensayar la obra durante un total de siete semanas, todo un récord, según dice.

“En Hamburgo, cuando hice “Diálogo de Carmelitas” (de Poulenc) los ensayos duraron seis semanas y con “Luisa Miller” (Verdi) en París, algo menos de seis”, recuerda.

Un período de ensayos tan largo permite que “el elenco se vaya compenetrando, facilita la conexión entre todos”, señala la cantante, según la cual “la base está ya en un par de semanas, pero luego viene un proceso de pulido”.

La propuesta de cantar “Rusalka” vino del propio festival de Glyndebourne, y Ana María Martínez dice que fue “un honor para ella” que la eligieran para esa ópera.

“Dramáticamente la historia es muy interesante y musicalmente es preciosa”, añade, y confiesa que el papel que interpreta la ha “tocado a un nivel muy profundo psicológicamente”.

“Salía de los ensayos extenuada y consumida”, afirma al explicar que es una ópera que exige mucho tanto vocal como físicamente de una cantante.

La ópera de Dvorak, una de las diez que compuso, se estrenó en Praga en 1901 y cayó en una especie de olvido, hasta que fue rescatada recientemente: sólo en 2008 la representaron al menos ocho compañías internacionales en Praga, Riga, Bruselas, Düsseldorf, Salzburgo y Mineápolis, entre otros lugares.

El libreto, del que es autor Jaroslav Kvapil, está basado en el cuento “Undine”, del escritor romántico alemán Friedrich de la Motte Fouqué, aunque otras fuentes de inspiración son “La Sirenita”, del danés Hans Christian Andersen y los cuentos populares del poeta checo Jaromir Erben.

Martínez interpreta a Rusalka, una ninfa del agua que se enamora de un príncipe (Brandon Jovanovich) que viene siempre a refrescarse después de la caza en la laguna en la que ella vive y al que sólo podrá amar si la bruja Jezibaba la convierte en mujer de cuerpo y alma.

“Ella no quiere seguir viviendo en su mundo acuático. Quiere un alma y un cuerpo humano, sobre todo un alma”, comenta la soprano sobre su personaje, que “expresa además la inquietud existencial de la transición de la niñez a la adolescencia”.

“La bruja le dice que la puede ayudar, y el padre de Rusalka trata en vano de convencerla de que no deje ese mundo donde puede seguir siendo feliz. Ella termina, sin embargo, aceptando lo que le propone la bruja y es que a cambio de darle cuerpo y alma de mujer, se quedará con su voz”.

Rusalka es una especie de Peter Pan femenino, temerosa del paso a la edad adulta, pero atraída al mismo tiempo de modo irresistible por esa posibilidad.

La historia terminará en tragedia. Es un cuento cruel como ocurre con tantos cuentos de hadas y al mismo tiempo “muy triste”, señala Martínez, quien asegura que los cantantes pueden incluso oír los sollozos del público en la escena final.

Martínez está visiblemente entusiasmada con “Rusalka” y dice que aceptaría encantada si algún otro teatro le pidiera que la hiciera, aunque, insiste, “necesitaría mucho tiempo de ensayo, entre otras cosas porque hace falta una gran sincronización con los bailarines que me sostienen”.

De momento y tras Glyndebourne, donde terminará el 28 de agosto, dará conciertos con una selección de ópera y zarzuela con Plácido Domingo en Palma de Mallorca (el 4 de agosto) y luego en Cartagena de Indias (Colombia), Caracas y Lima, antes de cantar en Chicago a Margarita en el “Fausto”, de Gounod.

Para 2010 prepara su primera “Madama Butterfly” en Houston (Texas, EEUU), y es que, después de Luisa Miller y Rusalka , es mucho más consciente de todo lo que puede hacer con su voz, que califica de soprano lírica “spinto”. “Me gustaría hacer Tatiana en Evgueni Oneguin (Tchaikovski)”, afirma.

Joaquín Rábago

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