“El seísmo ha causado la muerte de más de 800 personas en cuatro provincias y al menos 2.000 heridos, muchos en zonas montañosas y de difícil acceso (...) Las cifras iniciales indican que hasta 12.000 personas se han visto directamente afectadas”, indicó la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA) en un comunicado.
El epicentro se localizó en el distrito de Kama, a unos 30 kilómetros de Jalalabad, la principal ciudad del este afgano, a solo 10 kilómetros de profundidad, lo que multiplicó el impacto. El terremoto, seguido de varias réplicas, se sintió también en las provincias de Kunar, Laghman y Nuristán, así como en Kabul, la capital.
Las comunidades más golpeadas, principalmente en Kunar y Nurgal, son aldeas rurales y montañosas, donde deslizamientos de tierra han bloqueado carreteras y mantienen incomunicados varios distritos.
Helicópteros evacúan heridos hacia hospitales en Jalalabad y Asadabad, ya al límite de su capacidad, mientras maquinaria pesada trata de despejar las vías. La destrucción alcanza viviendas de adobe, escuelas y mezquitas, además de tierras agrícolas y ganado, lo que agrava la vulnerabilidad económica de miles de familias rurales.
OCHA identificó como prioridades inmediatas refugios temporales, agua potable, medicinas y alimentos de emergencia. La ONU advirtió de que esta crisis “se suma a años de conflicto, inundaciones y graves carencias de financiación”.
La catástrofe golpea a un Afganistán con una economía frágil bajo el régimen talibán, aislado del sistema financiero internacional, con fondos congelados en el exterior y sin capacidad fiscal para responder a emergencias. El país depende casi por completo de la ayuda humanitaria, que en los últimos dos años se ha reducido drásticamente por el aislamiento político del gobierno de facto.
La tragedia también alcanza a comunidades especialmente vulnerables. Algunos damnificados habían sido deportados recientemente desde Pakistán, que este año intensificó la expulsión de afganos indocumentados. En provincias conservadoras como Kunar, organizaciones humanitarias alertan de que las restricciones del régimen dificultan el acceso de mujeres y niñas a la atención médica.
Fuente: EFE