- Wilson Ferreira
- CIUDAD DEL ESTE
Juan Almada Martínez, no vidente, se graduó como licenciado en Ciencias de la Educación luego de 5 años de formación. Fueron años de mucho sacrificio y dedicación que le permitieron hoy tener un título universitario con qué busca tener una mejor calidad de vida, junto a su esposa, también no vidente, y su hija de 6 meses. Viven en el kilómetro 13.500, lado Acaray, barrio Jardín del Oriente, de Minga Guazú.
En todo este tiempo, gracias a la ayuda de mucha gente e instituciones logró costear sus estudios. Recién en 2021 tuvo un empleo seguro. Logró ser contratado como auxiliar en el Centro Educativo Municipal de Ciudad del Este. “Si mostramos interés se puede hacer todo. Les digo a mis compañeros no videntes para que estudien, para que puedan tener una oportunidad laboral, porque sin estudio es muy complicado”.
Dijo que nunca es tarde para formarse, tomar la decisión y luchar día a día hasta lograr el objetivo. El año pasado defendió su tesis y logró finalmente graduarse. Ahora está tramitando su título universitario. “No hay que decir, soy viejo, ya no voy a aprender nada, soy pobre, no trabajo, no podré estudiar, porque todo es posible. Yo pude sin trabajar en ningún lado y con mucha fe en Dios empecé a estudiar”.
Cuando empezó sus estudios contó su historia a Última Hora y gracias a esa publicación logró recibir ayuda de un paraguayo que vive en Canadá. “Vio mi historia y me ayudó, incluso a comprar hasta para mi computadora”.
Durante el primer año pagó todas sus cuotas. Recibió ayuda de la Municipalidad de Minga Guazú y muchas otras personas le tendieron una mano para cubrir los gastos. “En el segundo año me volvió a ayudar la Comuna de Minga Guazú y después pedí ayuda en la Junta Municipal, Junta Departamental para poder cumplir. Ya en el tercer año la universidad me dio la beca completa, el cuarto año igual, la tesis 50 por ciento y ahora mi título también me van a exonerar la mitad o completo, no sé muy bien aún”.
Movilizarse fue una de las principales dificultades que tuvo en todo este tiempo. Venía de Minga Guazú en bus, se bajaba en el kilómetro 7 y de allí camina 6 cuadras hasta llegar a la Universidad Tecnológica Intercontinental (UTIC), donde primero obtuvo media beca y luego una entera.
Entraba a las 18:00 y salía a las 21:00, tres veces a la semana. Los sábados de 07:00 hasta 13:40. “Me manejaba en colectivo y a la salida iba de vuelta a casa con mis compañeras, o si no algunas docentes que iban hacia Minga Guazú, o si no de la misma facultad me traían. El transporte fue la más difícil para mí. Pero pude”.
LA LEY. A partir de la vigencia de la Ley 2479/04, “Que establece la obligatoriedad de la Incorporación de Personas con Discapacidad en las Instituciones Públicas”, se dispuso el cupo de incorporación del 5% de personas con discapacidad en las instituciones públicas. En el sector público, la gran mayoría de los municipios de Alto Paraná no la cumplen, aseguró Almada.
No hay que decir soy viejo, ya no voy a aprender nada, soy pobre, no trabajo, no podré estudiar, porque todo es posible.
Me manejaba en colectivo y a la salida iba de vuelta a casa con mis compañeras. El transporte fue lo más difícil para mí. Pero pude.