13 dic. 2025

Acoso escolar: Antiguo flagelo que afecta a una generación indefensa

Según expertos en sicología, la violencia, el acoso escolar o bullying siempre existieron en escuelas y colegios. La diferencia radica en que los chicos hoy son más “sensibles” y no se saben defender.

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Bullying. Es la exposición que sufre un niño a daños físicos y sicológicos de forma intencionada y reiterada.

El sicólogo forense Eduardo Bieber suscribe que la violencia así como el acoso escolar en las instituciones educativas no constituyen parte de un fenómeno social nuevo.

La diferencia está que esta generación es más indefensa y no sabe –o no puede– resolver los conflictos de la vida real.

Desde la irrupción de internet y de las plataformas interactivas de comunicación, producción y entretenimiento empezó a desarrollarse un patrón de conducta común, especialmente, en los más chicos: soledad, precaria socialización y dificultad para entablar lazos interpersonales.

Este fenómeno se desparramó a partir de la mayor conectividad mediada por la pantalla de computadoras y teléfonos inteligentes, a las que se deben incluir las consolas de videojuegos.

Como resultado de la masificación de estos productos de la nueva era tecnológica se tiene una generación con una discapacidad social, léase iniciar o mantener relaciones cara a cara, según el análisis de los expertos en sicología. Por ende, también es incapaz de resolver problemas que le acechan y que se materializan en sitios comunes, como la escuela.

Bieber insiste en que la violencia, así como el acoso escolar en las instituciones educativas no forman parte de un fenómeno social nuevo. Lo que ocurre es que, aparte de lo descrito anteriormente, la actual camada de niños y jóvenes padeció dos años de aislamiento social y encierro, por la pandemia del Covid-19, que impactaron en mayor ansiedad y en conductas violentas o antisociales.

Y el adicional que caracteriza a los chicos de hoy –en palabras del experto–, es que se muestran más indefensos y no saben cómo resolver los conflictos que se les presentan en la vida real. “El acoso escolar antes se resolvía de otra manera: el que era víctima un día reventaba, se iba a pelear con su victimario y ahí se terminaba el problema”, manifiesta.

Pero y eso es lo que tiene lugar hoy en día –dice–, “como que los chicos son más sensibles y es difícil que se defiendan así nomás, generalmente, la mayoría no se defiende”, postula.

PADRES DISTANTES

Tampoco los niños y niñas reciben la atención y el cariño que precisan para no terminar como víctimas o victimarios en este escenario. Eso es lo que apunta Eduardo Escobar Said, director de Protección de Niñez y Adolescencia del Ministerio de la Niñez y la Adolescencia (Minna), al mencionar que los padres no se dan un tiempo para interesarse o preguntar a sus hijos cómo les fue en la escuela hoy, si tienen amigos o qué les gustaría hacer, etc. Esta falta de empatía va minando la confianza entre progenitores e hijos, y se convierte en antesala a las conductas que llevan al retraimiento con el posterior desenlace de terminar siendo víctima de violencia o acoso, o bien, victimario o acosador.

“Hay padres que no se hacen cargo, es uno de los tres o cuatro delitos más denunciados en Paraguay. Papá ausente, y en caso de que esté presente, tampoco le hace caso a su hijo y con la excusa de que llega cansado no comparte con él, no habla con su hijo, no se da un tiempo con él, no tienen actividades comunes, no le pregunta qué siente, qué sueña, qué planea, qué hizo hoy, qué hará mañana, quién es su mejor amigo, etc.”, enumera Escobar al completar que se trata de aspectos aparentemente básicos, “pero que justamente ayudan a que el lazo de confianza entre los padres y los hijos sea fortalecido”.

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