Susana Oviedo
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Centa Lothy Rek, senadora boliviana, por la Alianza Política Creemos, resume lo que ha significado para su país las condiciones de los créditos obtenidos de China y las obras públicas encaradas por empresas del país asiático en el Estado Plurinacional. “A los chinos no les interesa hacer negocios bajo reglas transparentes y equitativas. Ellos siempre tienen que tener el máximo y el total de la ganancia”, afirma. En su política expansionista, China necesita gobiernos populistas que le garanticen las condiciones para poder incursionar en sus países. Además, dice, “los chinos quieren apropiarse de los recursos naturales”.
La parlamentaria participó como una de las panelistas, el jueves último, del Foro Internacional “Paraguay y las nuevas oportunidades económicas: El rol de la soberanía frente a China”, organizado por el Instituto de Desarrollo del Pensamiento Patria Soñada.
–¿Cuáles son las características de esta suerte de cruzada China en Latinoamérica que se está dando hace un buen tiempo y que preocupa sobre todo a Estados Unidos?
–Bueno, yo por obligación y porque percibí muchas anormalidades con respecto a la relación comercial y económica del Gobierno de Bolivia con el Gobierno de Chile, de China, hice una investigación y fiscalización lo más que pude del tema. En mi primera gestión como senadora, del 2010 al 2015, me llamó muchísimo la atención los contratos que se hacían con China. En ese momento no podíamos siquiera conocer bien las cláusulas de estos contratos.
–¿Por qué razón?
–Pasaban por el Parlamento porque eran préstamos destinados, sobre todo, a la construcción de carreteras y, como el gobierno entonces tenía una amplia mayoría, prácticamente era levantar la mano y ¡listo! ¡Suficiente discusión, y se acabó! Todos los contratos eran muy raros y tenían cláusulas de confidencialidad.
–¿De qué tipo de contratos se trataba y por qué raro?
–Contratos para adquisición de préstamo y de construcción de obras públicas, para los que tendría que haber habido amplia transparencia.
Poco a poco se empezaron a ver las consecuencias de esa situación. Como legisladora investigué y pude deducir que en realidad China tiene una intención geopolítica.
–¿Por qué concluyó eso?
–Porque la República Popular de China es expansionista. Tiene una ideología que no practica ni entiende la democracia como Occidente. De alguna manera quiere avanzar todo lo que pueda sobre la faz de la tierra. Ha avanzado también en África. Los gobiernos africanos han caído en situaciones terribles, muy parecidas a las que nos ha ocurrido en Bolivia y, en definitiva, también buscan recursos naturales. Los chinos son expertos en comercio.
–Pero China no es la única con ese afán de penetración en Latinoamérica. ¿Qué la hace diferente?
–El Partido Comunista chino para tener una hegemonía en el mundo, que es la ambición, tiene un plan político y tiene aliados como Rusia e Irán, entonces para fortalecerse necesita disponer de mucho dinero para armas, para todos los proyectos que tienen, que son expansionistas.
De ahí la insistente avanzada ya desde hace mucho tiempo a América Latina, a la que tiene en la mira como uno de los continentes donde lógicamente su proyecto expansionista puede tener un arraigo, un resultado.
Junto con Venezuela, Bolivia ha sido uno de los primeros países, por afinidad ideológica, en otorgarle las facilidades para que ingresara y se le permitiera el tipo de contratos que mencioné.
–¿Podría citar uno como ejemplo?
–Primero nos dieron poco más de USD 7.000 millones para construcción de carreteras y 10.000 a libre disponibilidad. Es decir, como una billetera para el Gobierno.
Las carreteras fueron mal construidas. Los contratos son totalmente favorables a los chinos. En realidad, ellos prestan el dinero, se lo vuelven a llevar, y tú lo pagas. Esa es la fórmula.
–¿Cómo es eso?
–El país que consigue el préstamo está obligado a contratar empresas chinas para encarar las obras. Estas traen a operarios de esa nacionalidad.
–¿Además de su propia mano de obra, también los materiales?
–Materiales, operarios. Todo, todo. No usan nada del país prestatario; solo lo mínimo. La mano de obra que contratan localmente son algunos obreros. En Santa Cruz hay barrios enteros que se construyeron para viviendas de los trabajadores chinos.
De China vienen los ejecutivos; no hay licitación porque es a ellos que se les otorgan las obras que, además, tienen sobreprecio impresionante. Quiebran a los constructores y a los proveedores locales. O sea, casi nada queda en el país.
–¿Por qué el Parlamento no ha tenido un papel más decisivo al respecto?
–Porque es un tema estratégico entre Estados. Ellos han encontrado formatos para hacer que países donde hay poca democracia, gobiernos débiles, muy expuestos y propensos a la corrupción, acepten sus contratos, dejando algo de la plata a funcionarios corruptos que lo aceptan.
Lo demás es prácticamente a fondo perdido.
Los intereses son elevados, del 5% para arriba. Cuando podrían conseguirse otros créditos con instituciones crediticias internacionales.
China normalmente necesita pactar con gobiernos que entran en el populismo. El populismo este del Siglo XXI que genera consignas ideológicas y un clima favorable para que surjan esos contratos.
–¿Cree que Estados Unidos realiza esa misma lectura y por eso ha crecido la preocupación del Gobierno norteamericano?
–Bueno, los chinos tienen claramente que deben tumbar la hegemonía de la cultura democrática occidental. Quieren implantar otro tipo de gobierno. Aquel donde el Estado es todo, el ciudadano es nada. Las empresas chinas que desembarcan supuestamente son empresas privadas, pero en China no hay empresa privada. En realidad son empresas subsidiadas.
–¿Varía el comportamiento de China de acuerdo con los países?
–En varios países ya han encarado obras bajo la misma modalidad. A mí me preocupa, porque los países latinoamericanos no están advertidos. En Perú ha sido el puerto de Chancay. Una obra muy importante.
Es un grandísimo puerto que va a llevar todo el comercio desde América Latina con China, directo, sin pasar por controles aduaneros que tengan que ver con Estados Unidos.
Están construyendo una gran infraestructura en América Latina que les va a permitir una independencia, una logística. De esto se tiene que estar advertido porque los socios naturales permanentes de China son Rusia e Irán. En Bolivia vienen con proyectos de la mano de Rusia e Irán, por ejemplo. En Bolivia, una parte de la partida presupuestaria que adquirimos de China se destina a un proyecto de energía nuclear de Rusia, en El Alto, La Paz. Según ellos, dicen para fines científicos. Pero no está muy claro. Permanentemente van desviando ese dinero. Nos obligan a que parte del crédito le destinemos a ese proyecto, que es de Rusia.
–¿En la práctica, el crédito viene atado a un proyecto de Rusia?
–Atado, y se van beneficiando de otros proyectos, como la búsqueda de metales raros que son para todo lo que es la energía atómica.
Incursionaron también en el oro, pero no tienen actitudes limpias porque no lo hicieron de manera directa, sino que a través de un sistema de cooperativas mineras de larga raigambre en Santa Cruz. Bolivia siempre fue desde la fundación de la República un país esencialmente minero.
Entonces, aprovechando eso que los mineros tienen un montón de privilegios, por ejemplo, no tributan, se les dan concesiones sin ver el impacto medioambiental. Los chinos se las alquilan y están explotando de manera inmisericorde las cuencas de ríos con ese esa explotación de oro que es una eh destrucción total. Han contaminado con mercurio las aguas y los que viven en esos territorios tienen gravísimos problemas de salud.
–¿No deberían intervenir las instituciones del Estado?
–En este caso no sucedió eso, porque se trata del gremio minero. Desde su fundación, Bolivia siempre fue un país esencialmente minero. Entonces, aprovechando eso que los mineros tienen un montón de privilegios, por ejemplo, no tributan, se les dan concesiones sin ver el impacto medioambiental. China los tiene a ellos como escudo. A los chinos no les interesa hacer negocios bajo reglas transparentes y equitativas. Ellos siempre tienen que tener el máximo y el total de la ganancia. Lo puedo decir con bastante seguridad después de haber analizado lo más que pude los contratos que pretendían hacer hace un par de meses con el litio boliviano. Cinco centros de pensamiento se habían ocupado de analizar esos contratos y de buscar por todas las vías acceder a lo máximo de información. Con contratos draconianos, usureros, lesivos. No sé cómo se atreve el Gobierno de Bolivia a querer hacer un contrato de esa naturaleza y los chinos también, pero bueno, ellos prueban.
–¿Qué advertiría a los países que aún no han llegado a ese nivel con China?
–Que tengan cuidado de no darle nada que sea estratégico. Por ejemplo, creo que Perú ha cometido un grave error con el puerto de Chancay, por lo más interesante y más importante que es esa obra geopolíticamente le da una ventaja muy grande a China en el continente.
–Paraguay no tiene relaciones diplomáticas con China ¿Qué dice al respecto?
–Que es una válvula de protección para Paraguay para que no se den este tipo de contratos y estas relaciones económicas asimétricas que terminan en problemas. Nosotros no hemos obtenido nada económicamente de China. Tenemos un endeudamiento que debemos pagar sin ninguna retribución.
Si nos involucramos más países por lo menos podríamos aminorar los daños y poner un poco de equilibrio.