En el año 2009, se había acordado crear un banco que prestara dinero, a tasas menores, a todos los países de América Latina, para lo cual los países miembros del Mercosur aportarían la mayor parte del capital. Para el efecto, se estableció que el capital inicial sería de USD 10.000 millones. Los aportes estarían distribuidos de la siguiente manera: USD 6.000 millones por Argentina, Brasil y Venezuela, en partes iguales; USD 800 millones aportados por Uruguay y Ecuador, también en partes iguales; y Paraguay y Bolivia aportarían USD 100 millones, cada uno. El monto restante de USD 3.000 millones sería integrado por Perú, Chile, Surinam y Guyana, miembros de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur). Pero el proyecto quedó congelado.
Asimismo, la canciller venezolana exhortó a las autoridades del organismo de integración del sur a fortalecer las economías con el uso de monedas propias de cada país, para superar las balanzas comerciales negativas entre los países miembros del bloque regional del sur. “Se trata de empoderar al pueblo. El poder político en manos del pueblo ejerciendo directamente el poder. (De) la complementariedad de nuestras potencialidades económicas, comerciales, financieras en beneficio de nuestros pueblos y no de las transnacionales”, refirió.