Los cancilleres de Argentina, Paraguay y Uruguay han estado repitiendo que “no se puede ser socio del Mercosur, a la carta”, al argumentar la situación de Venezuela que dice haber incorporado a su legislación interna gran parte de las normas vigentes en el bloque, salvo unas 120 que contradicen a su Constitución.
El apego a las normas del Mercosur no ha sido automático ni rígido. Cada tanto, Paraguay padece restricciones comerciales a las mercaderías que deben atravesar territorio argentino para tener salida por el Atlántico a mercados del mundo.
También sufrió en carne propia la aplicación “a la carta” de las reglas del Mercosur, al quedar suspendido como Estado Parte, sin derecho a la defensa, por decisión de los otros fundadores, cuando en el 2012 se destituyó al presidente de la República Fernando Lugo, vía juicio político. En esa época también los demás miembros del Mercosur decidieron el ingreso pleno de Venezuela al bloque, cuando este aún no había culminado la adecuación de las normas del Mercosur, como se comprometió hacer al suscribir el Protocolo de Adhesión en 2005.
Ignoraron un punto elemental de las normas del bloque que es el que las decisiones deben tomarse por consenso, y entonces, Paraguay ni siquiera podía participar de las actividades del bloque.
Uruguay asumió la presidencia temporal del Mercosur en diciembre de 2015 y el 31 de julio último, pese a que se le pidió que extendiera su mandato o transfiera directamente la presidencia pro témpore a la Argentina, y no a Venezuela, cuestionada por la situación de los derechos humanos y por incumplir con las obligaciones del protocolo de adhesión, simplemente anunció que su presidencia había acabado y dejó picando la pelota en un mar de incertidumbre, mientras Venezuela anunciaba que asumía la posta de la conducción semestral. Otra vez el sí, pero... de Uruguay.
Este, Argentina ni Brasil apoyaron el pedido de Paraguay de analizar la situación de Venezuela a la luz del protocolo de Ushuaia, de compromiso democrático en el Mercosur.
Y ahora, otra vez Uruguay, anuncia que, contra viento y marea, firmará un tratado de libre comercio con China, ignorando la decisión N° 32 del Mercosur que estable que los Estados Partes solo pueden negociar en forma conjunta acuerdos de naturaleza comercial con terceros países o agrupaciones de países extrazona en los cuales se otorguen preferencias arancelarias. Pero Uruguay insiste en que con o sin el Mercosur, suscribirá un acuerdo de libre comercio con la segunda economía más grande del mundo.
Es decir, Uruguay quiere compartir con otros países en un bloque regional, pero a la vez, negocia por cuerda separada acuerdos que cree convenientes. Es como el futbolista que arrasa en la cancha, ignorando al equipo. En otras palabras, hay reglas en el Mercosur que cobran vigor para unos, y no para otros. Uruguay lo demuestra.