26 abr. 2024

Todos juegan con cartas marcadas

Por Estela Ruiz Díaz

Aún sigue en el horizonte político la intensa humareda que dejó la convención colorada que decidió amputar la pierna de los disidentes con una amenaza de inhabilitación electoral si se oponen a proyectos del Poder Ejecutivo o si no votan por la reelección. Santiago Peña sigue sin recuperarse de su “afiliación por convicción” en aquel acto de humillación política pública.

La reelección vía enmienda quedó sepultada tras el retiro del proyecto ordenado por Horacio Cartes, tras comprobar la falta de votos en la Cámara de Diputados. “Hemos observado que el proyecto de enmienda no logra generar consenso. Las diversas interpretaciones no tienen claridad respecto de la viabilidad legal y, en consecuencia, pueden dividir a la sociedad paraguaya y fracturar al Partido Colorado. Somos testigos de la crispación y tensión que ha generado; no seré partícipe de este camino”, dijo en un mensaje el presidente Cartes, y agregó que si se realiza este proceso “debe ser de acuerdo con la Constitución Nacional y aceptado por toda la sociedad paraguaya”. Esto es, la vía de la reforma.

Más allá del internismo republicano, el escenario posconvención mostró también una oposición sin rumbo claro, débil ante los tintineos de monedas. Sin duda, la fortaleza presidencial es la debilidad de sus adversarios que traicionan a sus pares por cargos, plata y/o impunidad judicial.

A pesar de la muerte de la enmienda, la carrera por la reelección de Cartes continúa por vías más complejas, pero no imposibles.

ANR. En la interna republicana, Cartes y su grupo tienen la sartén por el mango. Con la espada de Damocles encima, los disidentes saben que más allá de sus razones o sus argumentos constitucionales, el oficialismo les puede cortar las alas y sepultarlos en el laberinto judicial al punto de dejarlos fuera de juego.

En una rápida acción, Cartes negoció con Avanza País (Los Ferreiro y el PMAS de Camilo Soares) la Contraloría. Quebró la minibancada del Senado e hizo saltar alarmas en el bloque opositor. El oficialismo colorado dio así un golpe duro al PLRA y optó por el mal menor, que era nombrar al cuestionado Enrique García como contralor.

En otro golpe de efecto, ahora apunta al líder más popular de la oposición. Mañana deciden “promover las acciones judiciales contra la campaña engañosa de la supuesta candidatura presidencial de Fernando Lugo, para la cual está inhabilitado y demanda un pronunciamiento judicial respecto de la restricción absoluta de la reelección presidencial”.

Esta acción tiene doble filo y en ambas beneficia a la ANR. Suponiendo que la Corte Suprema diga que está inhabilitado, al dejar fuera de juego a Lugo, la izquierda podría apoyar la reforma para la reelección porque será la única vía que le quede al ex obispo (y a Cartes) para ser candidato. Y si no hay reforma, el candidato que más posibilidades tiene hoy de ganar al coloradismo, no competirá. El ganador colateral de este último resultado es el liberal Efraín Alegre, a quien no le beneficia la candidatura de Lugo, así como a Mario Abdo no le conviene competir con Cartes.

En el cartismo siguen barajando naipes. Ahora el objetivo es la reforma, que debe definirse este año. “Si en diciembre no se logra el acuerdo, ya no hay tiempo”, reflexionó un oficialista. Por ello accionarán cuanto antes contra Lugo. Están acogotados por el plazo.

¿Cómo lograrán votos para la reforma que necesita mucho más que la enmienda? El cartismo admite su debilidad en este punto y admite que deben trabajar por la unidad colorada y romper el bloque opositor. “La política se reduce a intereses”, agregó con sumo pragmatismo otro referente cartista y citó el caso de los tres diputados liberales y el clan Ferreiro/PMAS que negociaron a espaldas de sus partidos por beneficios personales. “Decían que perdíamos, pero dimos el golpe con sus propios hombres”, agregó socarronamente.

La disidencia también obtuvo algunas ganancias. Desde el retiro del pedido de enmienda que se dio por falta de votos y el crecimiento de 2 votos a 8 en Diputados. Por ahora controla el Senado y quebró la mayoría propia oficialista en la Cámara Baja. Siguen firmes con su oposición a Cartes, pero no saben a ciencia cierta si se les aplicará la guillotina. Puede beneficiarles que en el cartismo haya dos grupos bien diferenciados. Uno, que prefiere mantener la calma, y el otro, que quiere que la sangre llegue al río. Está por verse cuál de los grupos incide más en el presidente. Hoy ganan los duros, aún prima lo anímico a lo racional. La respuesta política es “si la disidencia bloquea, nosotros bloqueamos. Acción - reacción, como la Ley de Newton”, agregó un halcón palaciego.

LA OPOSICIÓN. Aquí está todo por verse y ahora reina la desconfianza. En el PLRA la guerra Efraín versus Llano recrudeció tras perder la Contraloría. Los liberales perdieron el importantísimo cargo por cuestiones internas. Alegre quería a Ramón Ferreira y Llano a Alba Talavera. Mientras se peleaban, Avanza País les comió el queso. Alegre recibió críticas públicas del llanismo, pero también cuestionamientos bajo la mesa de la izquierda y los disidentes colorados, que le reclamaron que baje el tono de su internismo porque está afectando al bloque.

En la izquierda, la “traición” de Avanza País/PMAS profundizó el encono entre luguistas y los Ferreiro/Soares que viene desde el 2013.

La disidencia de Mario Abdo sigue unida, pero vulnerable ante los avatares de sus aliados.

Cartes está ganando tiempo ya sea para su reelección, ya sea para evitar el desbande tempranero de su movimiento, generando caos y desconfianza en el bloque opositor.

Hasta ahora, lo está logrando.

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