En la fecha se celebra el Día del Idioma Guaraní, incorporado como oficial con la Constitución Nacional de 1992. Se trata de una lengua existente en siete países de América del Sur, con más de 12 millones de personas que la utilizan. Uno de los temas reincidentes al analizar esta lengua, que cuenta con más de cuatro millones de hablantes en nuestro país, es su vigencia y proyección. ¿Cuál es su futuro? ¿Por qué muchos niños y jóvenes asuncenos ya no lo utilizan o desconocen?
Para muchos estudiosos, el guaraní forma parte de la lista de las 2.500 lenguas en peligro, de las 6.000 existentes y activas en el mundo, de acuerdo con el Atlas Internacional de la Unesco. Algunos especialistas incluso afirman que su desaparición será inevitable tras el paso de las próximas dos o tres generaciones.
Según los expertos, la presión económica y el prestigio cultural son algunas de las razones que motivan la desaparición de una lengua. La primera, va ligada al hecho de que el aprender un determinado idioma garantiza un mejor futuro para sus hablantes, ya sea a nivel laboral o salarial. La segunda razón, señalan los estudiosos, se vincula con el estatus que se obtiene al conocer o hablar la lengua.
“Prefiero hablar inglés”, me respondía una joven durante una dinámica grupal con frases en yopará, a lo que muchas compañeras incluso agregaron que era “una pelada” hablar guaraní. Es decir, no ven su utilidad, ni el valor o la enorme riqueza que posee; a lo que suma que tampoco implica prestigio el hablarlo.
Quizás uno de los principales problemas que presenta el guaraní, en el ámbito juvenil y estudiantil, sea la pésima didáctica que acompaña su enseñanza obligatoria. Conociendo algunos programas y libros de escolar básica, queda claro que se necesitan incorporar, o por lo menos analizar, formas más atractivas y dinámicas de enseñarlo, implementando juegos en aula, trabajos grupales de campo, materiales de audio y audiovisuales. Si en el entorno familiar no se utiliza el idioma, es difícil pretender que baste un sistema memorial para preservarlo. Además ¿Están actualizados sus docentes?
Proteger nuestro idioma es un necesidad, pues no se trata solo de un lenguaje, sino de una concepción de la realidad y forma de ser, algo que nos distingue. Como bien lo había señalado Koichiro Matsuura, ex director de la Unesco, afirmando que la extinción de una lengua conduce a la desaparición de formas de patrimonio cultural; tradiciones y expresiones orales, como poemas, leyendas y hasta chistes. Es decir, está en juego nuestra identidad, lo que exige asumir un desafío con medidas serias y urgentes.