Por Elías Piris | Twitter: @eliaspiris
–¿Cómo comenzaste con el periodismo?
–Jamás pensé ser periodista. Ocurrió el golpe de 1989 (que derrocó a Alfredo Stroessner) y con Carlos María Lezcano nos dimos cuenta de que importaba llegar a la gente de una manera masiva. Entonces un 3 de abril de 1989 publicamos en Última Hora nuestro primer artículo. Mi origen es el periodismo escrito, que tiene mucho que ver con mi formación de sociólogo. A la televisión llegué gracias al programa “Buenos días con Ángel Cano”, que se emitía por el antiguo CVC en 1993. En 1994 fui parte de la producción del programa “Vía Libre”, con Mario Ferreiro, y en 1995 me integro a la RPC como columnista del noticiero que conducían Óscar Acosta y Paz Vera, a la noche. Entraba una vez por semana. A partir de 1998 asumo el noticiero en lo que entonces era Tevedós, ahora Red Guaraní.
–¿Cómo fue migrar del periodismo televisivo al periodismo escrito?
–Fue muy complicado, siempre comento que me siento como el Dr. Jekill y Mr. Hyde, dos personas en una. Para mí, el periodismo que implica profundidad, análisis, reflexión, perspectivas y prospectiva es el escrito; te brinda la posibilidad de tener la contextualización a fondo, mientras que la televisión tiende a ser instantánea, inmediata, rápida y con la mayor brevedad posible. Quiero incorporar a la televisión más elementos que tengan que ver con la posibilidad de reflexión, por eso el noticiero del 13 es el único noticiero del mediodía que hace una recomendación sistemática de libros. Intento dar contextualización a la información que se da, pero no es una cuestión simple en absoluto para las personas que no provenimos del ámbito audiovisual. La televisión es el homo videns del que hablaba Giovanni Sartori.
–¿Cómo ves actualmente al periodismo paraguayo? ¿Se renovarán las figuras?
–Estoy viendo cada vez más jóvenes. Lo importante para los jóvenes que van a tomar los lugares protagónicos en algunos años más es que tengan bien en cuenta que un periodista necesita tener una formación humanista amplia; es decir, implica lectura, acercamiento al arte en sus diferentes dimensiones, implica reflexión, una suerte de análisis permanente. De lo contrario, el medio le traga. Hace diez años un periodista argentino hablaba de la migración de la rapidez a la instantaneidad. Cada vez se exige mayor aceleración en una sociedad líquida donde priman el exhibicionismo y el voyeurismo: Queremos mostrar todo, queremos ver todo. Eso hace que en una sociedad muy erotizada como la actual se tienda a creer que lo más simple es lo que vende y lo que vende es lo que tiene que estar en la televisión.
–A todo eso que mencionás, se le suma la instantaneidad de las redes sociales...
–Lo que acabás de mencionar es para mí el principal desafío del futuro. Te comentaba que me inicié en TV en 1993. La primera vez que pusimos una computadora permanente en el set fue en setiembre del año 2003, cuando hablando con Mariano Nin queríamos tener una información al momento del conflicto árabe israelí, y se nos ocurrió poner una computadora. Ahora estamos en tiempos de las redes sociales. ¿Qué son las redes sociales? Son un instrumento muy importante de intercomunicación humana, pero la información requiere siempre de una verificación y de una contrastación, ese es el papel del periodista. El periodista no es aquel que considera a las redes sociales como las diosas de la información. Hay que tomar lo que aparece en las redes sociales como insumos ¿Y qué es lo que jamás podrá dejar de hacer un periodista? Es contrastar la información, verificarla y escuchar más de una fuente. Las redes sociales hay que saber usarlas. Los medios deberían tener una hoja de ruta, una brújula, para poder usar las mismas. Las universidades deben ir marcando cada vez más el desafío de lo que se viene. Puede cambiar la forma de ver noticieros, pero lo que no debe cambiar nunca es la veracidad.
–Un detalle no menor es que los periodistas de la vieja guardia tenían un bagaje cultural muy superior al de los colegas en la actualidad. ¿Por qué pensás que ocurre esto?
–Existe una tendencia global a privilegiar lo audiovisual y lo digital por sobre la lectura reposada. Giovanni Sartori ya advirtió en los 90 que estamos pasando de ser el homo sapiens, que lee y reflexiona, al homo videns que vive a partir de los estímulos audiovisuales y digitales. ¿Cuál es la salida a mi modo de ver? Como diría Aristóteles: “El justo medio"; es decir, las nuevas tecnologías de la información llegaron para quedarse, pero tenemos que saber usarlas, son un instrumento muy útil. La gran pregunta es el justo medio, utilizar a fondo las redes sociales, pero sin perder en perspectiva la lectura, y cuando hablo de la lectura, hablo no solo de la lectura de los medios especializados en la materia. Es muy importante para un periodista la literatura, el cine, ver teatro, la música, tener una formación humanista amplia. Los docentes universitarios deberían estar preparados para ese tipo de transición. Estamos viviendo la transición entre un periodismo mucho más reflexivo a un periodismo mucho más rápido. En esa transición no debe perderse la formación humanista del periodista.
–¿Qué reflexión dejarías a los jóvenes que están haciendo sus primeras armas en el periodismo?
–Mucha curiosidad, mucha lectura, mucho afán por la verdad y, sobre todo, un deseo permanentemente renovado de compromiso con la ecuanimidad y el equilibrio.
Nuestro siguiente entrevistado es uno de los rostros nuevos del periodismo paraguayo. Estudió derecho, pero su ingreso a una cabina de radio hizo que descubriera su verdadera pasión. A su corta edad ya presenta noticieros, conduce el programa periodístico de televisión “Algo Anda Mal” y el espacio “Jaque Mate” en Radio Ñandutí.
–Hablanos de tus inicios...
–Mi inicio fue de casualidad, terminé el colegio y lo primero que hice fue optar por seguir la carrera de Derecho, casi por una tradición familiar del lado de mi mamá. Estando en primer año, no sé si por escuchar demasiado la radio, me dieron ganas de hacer algo en FM y le pregunté a un amigo mío, Jorge Chipi Vera, si era la facultad el único camino para llegar y me dijo que vaya a probar con Juan Ángel Gómez y ahí comencé. Primeramente estudié locución para entrar en el mundo de la FM, pero me recomendaron que vaya a AM, pero inicialmente no me interesaba, quería pasar música nomás (risas).
El momento clave llegó cuando me tocó hacer una pasantía en Radio 1000, tenía un programa los domingos, posteriormente me quedo como editor y redactor en el año 2008. Trabajaba en un sótano editando y tenía mi programa los fines de semana. Después un día me piden que le reemplace a una compañera en el noticiero, me fue rebién y me quedé en el noticiero de la tarde. Posteriormente Manuel Bernardes me seleccionó para formar parte de su equipo. Luego hice un tiempo deportes con Arturo Máximo Rubín, en radio Primero de Marzo, y de ahí me llamaron para ir a Radio Cardinal y eso fue lo que me permitió ingresar a la televisión con AAM.
–¿Considerás que tu ingreso a los medios fue fortuito o fue necesario tocar puertas?
–Por fortuna la única vez que toqué puertas fue en Radio 1000. Estando ya en Primero de Marzo recibo una llamada de Mike Silvero y Santiago González para hacer AAM en versión radio en el 2011, en el 2014 debuté en pantalla chica con AAM, en el 2015 hice el noticiero de la noche y en el 2016 minuto a minuto.
–¿Esperabas ser figura de televisión y estar en horario central en una de las AM más importantes del país?
–Cuando yo comencé en esto tuve cierta resistencia por parte de mi familia. Me decían que si quería dedicarme al periodismo y ganar dinero tenía que ser muy bueno. Entonces siempre me propuse esforzarme al máximo y estar entre los mejores. Era como una competencia contra mí mismo. Sinceramente nunca me imaginé que podía conducir un noticiero en mi segundo año en televisión, aspiraba a eso, pero no esperaba que sea tan rápido y tampoco imaginé que estaría en este horario en Ñandutí; llegar tan rápido superó todas las expectativas que tenía de mi trabajo.
–¿Cómo llevas eso?
–Es muy loco, tiene su impacto sicológico. Imaginate que en seis meses se te cumpla una meta que trazaste para 10 años en adelante. Es fuerte y conlleva una responsabilidad muy grande. Se duerme con un ojo abierto y hay que estar informado todo el tiempo, tener la capacidad de analizar cosas, tener la capacidad de equivocarte y recuperarte al toque; básicamente es parte de la fórmula, porque sí o sí te equivocás. Tuve la suerte de estar rodeado de gente que sabe demasiado. Tuve el privilegio de trabajar con Mina, con Arturo, con Manuel, con Humberto, con Santiago, con el equipo de AAM.
–¿Qué tenía el periodismo que no tenía el derecho?
–No estaba seguro de querer ser abogado. Tenía una admiración muy grande por mi abuelo materno, quien era mi ídolo máximo y mi héroe en la vida y yo quería ser como él. Cuando mi abuelo falleció fue un golpe durísimo para mí, pero me di cuenta que no era necesario seguir exactamente todos sus pasos. Pensé que podía sentirse orgulloso de mí por haber elegido otro camino y que me vaya bien. El periodismo es una pasión tan grande, tan fuerte, que siento que no es un trabajo. Es como que se te activan todas las perillas de tu cerebro, genera una pasión rara. Fijate que terminé la carrera de abogado, pero nunca juré ante la Corte, yo no estoy matriculado y evité hacer eso como un mensaje a mí mismo. Nunca juré para no tener un “Plan B”. Desde que entré a una cabina de radio me di cuenta de que era lo mío.
–Decís que te formaste con las grandes figuras ¿Qué diferencias percibís entre la generación de ellos y la tuya?
–Te puedo decir lo que aprendí de ellos: De Arturo Rubín, de Humberto Rubín y de Manuel Bernardes se aprende la disciplina en el trabajo y que tenés que dar lo máximo cada día. Cada día uno tiene una aventura distinta en el trabajo. Manuel Bernardes me decía que había que meter un gol por día, si metemos dos goles genial, pero por lo menos había que meter una buena entrevista para obligar a un diario a hacer un título. Recuerdo que una vez Arturo Rubín llegó a las cuatro de la mañana al aeropuerto, a las ocho de la mañana estaba haciendo su programa de radio nuevamente, al mediodía estaba nuevamente en la radio. Uno no se explica tanta energía en un hombre que durmió apenas dos horas. Nosotros decimos algunas veces: “Hoy no me voy a trabajar, estoy resfriado”. No sé si los grandes se cansan menos que nosotros, pero tienen más respeto hacia su trabajo. Si bien los nuevos tenemos esa capacidad de investigar todo el tiempo con las nuevas tecnologías y estar siempre a la vanguardia, los de antes tienen esa disciplina en el trabajo. Ellos saben qué implica la imagen que construyeron. Asumen que cuando sos periodista tenés una responsabilidad diferente, si te dedicás a otra cosa podés faltar a tu trabajo tranquilamente, pero el que falta a su trabajo igual escucha la radio y ve la televisión; es como que no tenés ese derecho a enfermarte.
–Siendo una figura emergente, ¿nunca sentiste la resistencia de figuras que ya están consagradas en el ámbito periodístico?
–No percibí nunca eso; todo lo contrario, ellos fueron los primeros en entender que una fórmula exitosa y un complemento tremendo es poner los dos elementos juntos. Por eso pude trabajar con ellos, porque supieron combinar las capacidades de dos generaciones.
–Existe una percepción generalizada de que al menos en la televisión las figuras no se renuevan. ¿Por qué crees que todavía no surge un sucesor para esas figuras?
–Hace poco asistí a un debate muy bueno e intenso sobre el tema. Yo pienso que sí hay una renovación. Santiago González tiene 30 años y está entre las principales figuras. El nuevo canal de cable Noticias Paraguay tiene figuras jóvenes.
–¿Qué mensaje dejarías a esos chicos que están dando sus primeros pasos en los medios?
Oportunidades hay demasiadas, cada vez hay más medios de comunicación y se necesita gente. A los jóvenes que están empezando en esto, piensen que su carrera es como construir una casa: Los cimientos tienen que estar bien sólidos. La clave para un periodista nuevo radica en la capacidad para hacer de todo: manejar herramientas de edición, que pueda redactar en formato radial, televisivo y para medios digitales. Un periodista que sepa conducir un programa de radio y al mismo tiempo reportar desde la calle. Para saber hacer de todo se tiene que empezar desde muy abajo.