Luis Napoleón Bonaparte, Napoleón III, fue llamado Napoleón el Pequeño, por comparación con su tío, el gran Napoleón. En una reunión de amigos, ya bastante aperitado, el sobrino decidió someter a votación la existencia de Dios. Ganó Dios con el voto del emperador’i, que no quería problemas con su esposa, una devota que le perdonaba los cuernos, pero no la irreverencia religiosa.
Tampoco Luis Napoleón quería problemas con la Iglesia, no le convenía por razones políticas. En lo demás, el suyo fue un gobierno de relativismo moral, donde todo estaba en venta.
Cambiando lo que se debe cambiar, estamos en un tiempo de relativismo moral similar al del Segundo Imperio. Lo que se debe cambiar es, en primer lugar, el estilo. La votación napoleónica pro y contra Dios es una anécdota poco conocida; la votación parlamentaria pro y contra la violación de la Constitución es de público conocimiento: apareció en todos los diarios, con estimaciones sobre el precio de los votos para permitir la reelección de Horacio Cartes. En segundo lugar, el sentido de la realidad. En la urbanización de París hubo una gran especulación inmobiliaria y financiera, una gran corrupción, pero los resultados positivos de la modernización de la ciudad han quedado. La especulación inmobiliaria y financiera ha destruido Asunción y, por lo que puede verse, pretende destruirla aún más, para beneficio de individuos corruptos y encima incompetentes.
Mientras se compran votos y conciencias, aumenta la criminalidad, que no es casual. Como dijo el doctor Francia: “sabida es la influencia que en todas partes tienen los empleados [públicos] en lo que es opinión pública”. En otras palabras, los funcionarios públicos forman o deforman la opinión pública. ¿Por qué no he de robar yo si esos roban?, dijo un motochorro refiriéndose a los corruptos de arriba, que no necesitan un revólver para delinquir.
Según me contaron, un descuidista del Congreso dijo: el cambio climático es cuando uno cree que va a hacer buen tiempo pero llueve. Es comprensible en una persona que vive en un microclima, tanto por su ignorancia como por sus intereses particulares. Por suerte, además de estos representantes sin representatividad, existen en el país personas conscientes y decididas a tomar en serio la realidad, con el problema actual del cambio climático, que debe combatirse en varios frentes.
Hay compatriotas que trabajan en la investigación y el desarrollo de autos eléctricos: desde hace unos días, una empresa ofrece la posibilidad de una carga rápida para los autos eléctricos. Por cierto, hay pocos autos eléctricos, pero pueden ser más, y pueden ser parte de un parque automotor menos contaminante. En este sentido, el Paraguay se integra a una tendencia internacional, que es el desarrollo de las energías alternativas. El año pasado, por primera vez, más de la mitad de la nuevas fuentes de energía producidas correspondieron a las renovables (https://www.theguardian.com/environment/2016/oct/25/renewables-made-up-half-of-net-electricity-capacity-added-last-year?utm_source=esp&utm_medium=Email&utm_campaign=KIITG+series+2016&utm_term=196346&sub4800516&CMP=ema-60 Es alentador, aunque todavía quede mucho por hacer.