¿Humanizar las cárceles o heterosexualizarlas por obligación? Se pregunta la organización por los derechos de las lesbianas que rechaza las justificaciones de la ministra de Justicia, Carla Bacigalupo, sobre la prohibición de visitas íntimas a reclusas homosexuales.
“Acá no estamos en el debate del reconocimiento de las parejas por parte del Estado; cuando una heterosexual solicita la visita íntima de su amante varón, no necesita demostrar ni que está casada, ni que vive con él, solo necesita completar los requisitos de salud que se piden. Acá hablamos de un derecho legítimo cuando se está privada de la libertad: el derecho a las visitas íntimas”, expresa el comunicado de Aireana que acompaña la solicitud formal de visitas privadas de presas del Buen Pastor.
Este colectivo de mujeres rescata, a diferencia de este Ministerio, algunos aspectos positivos con miradas incluyentes en otras instituciones del Estado. “El Ministerio de Justicia discrimina porque quiere discriminar”, acusa.
Si bien la ley 1600/00 Contra la Violencia Doméstica no especifica las agresiones que se pueden registrar en las relaciones sentimentales entre personas del mismo sexo, el Ministerio de la Mujer incluyó en su protocolo de atención a víctimas, una mención explícita hacia las lesbianas, tanto en la familia de origen como en la pareja. “Nos consta que hay jueces que al aplicar esta ley no miran ni el sexo ni el género de las parejas, sino únicamente la protección de las víctimas”, destaca la organización.
Asimismo, el Consejo Nacional de Cultura (Concultura), dependiente de la Secretaría Nacional de Cultura, incluye también desde el año pasado una representación de la coalición LGTBI (Lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex).
En contacto con Radio Monumental 1080 AM, la ministra de Justicia, Carla Bacigalupo, justificó la prohibición de visitas privadas entre lesbianas. Mencionó la Constitución Nacional, el Código de Ejecución Penal y las Reglas de Mandela, pero ninguno de estos documentos hace referencia explícita a este tipo de prohibiciones. Al contrario, garantiza la atención a los reclusos sin discriminación.
Tampoco el reglamento interno de las penitenciarías excluye de visitas íntimas entre personas del mismo sexo.