Recibida con aplausos pero también con alguna protesta, en La fille inconnue los Dardenne se lanzan al thriller, pero sin abandonar ni su pausado estilo narrativo ni el trasfondo social que siempre acompaña a sus películas.
“Intentamos filmar el flujo de la vida sin fijarla ni encerrarla en una jaula”, explicó Luc Dardenne, quien señaló que frente a los actos de terror de los atentados de París o Bruselas, sus imágenes “defienden la vida e intentan comunicar esa postura al espectador”.
Pero aseguró que la película no quiere lanzar ningún mensaje concreto. “Es la historia de una doctora (...). Se puede tener como ejemplo a seguir o no, pero eso es responsabilidad del espectador”.
Porque para estos hermanos belgas, cuando una película está finalizada y se estrena, pasa a ser propiedad de los espectadores, que son los que la interpretan a su manera.
Protagonizada por Adèle Haenel -ganadora el año pasado del César a mejor actriz principal por Les combattants- La fille inconnue se centra en una joven doctora que una noche, cuando ya ha cerrado oficialmente el horario de su consulta, decide no abrir la puerta cuando alguien llama.
La joven que llama es hallada muerta al día siguiente muy cerca de la consulta de la doctora, lo que le llena de culpabilidad e inicia una búsqueda para tratar de descubrir lo que pasó.
Una historia que rondaba la cabeza de los cineastas desde hace años, sobre un médico que intenta reparar algo, y el resultado es este filme sobre una mujer que no elude su responsabilidad y que fuerza a los demás a asumirla también, explicó Jean Pierre Dardenne.
La película, como es habitual en ellos, está ambientada en Seraing, la ciudad cerca de Lieja en la que se criaron y en la que encuentran la inspiración para contar historias que podrían ocurrir en cualquier lugar.
“Quizás es porque ahí sentimos nuestros primeros miedos, nuestros primeros deseos. Somos como unos criminales que vuelven al lugar de su crimen”, señaló Luc como explicación de por qué nunca salen de esa zona para rodas sus filmes.
Películas que en su mayor parte están protagonizadas por mujeres porque “las mujeres son el futuro del hombre, son responsables, libres, reaccionan, hacen avanzar el mundo”, agregó Luc.
En este caso la protagonista es también una mujer, a la que da vida Haenel, quien explicó que su personaje es un ejemplo de “cómo inhibimos una parte de nuestra humanidad cuando vivimos en una ciudad y nos enfrentamos cada día a cosas horribles y no podemos asumirlo todo”.
Junto a ella, Jérémie Renier, un rostro habitual en el cine de los Dardenne, aparece en un pequeño pero esencial papel en el filme. Un actor que fue descubierto por los Dardenne, que le dieron su primer papel importante en La promesa (1996), cuando solo tenía quince años, y al que le gusta la forma en la que los hermanos se dedican a preparar cada filme, sus ensayos y el tiempo que le dejan para construir su personaje.
Un trabajo que los Dardenne siempre realizan juntos porque, como aseguró Jean Pierre, son una única persona. “Somos una única persona. No lo parece porque hay dos cuerpos, pero lo juro, somos uno, si no sería imposible”, dijo entre las risas de los periodistas. Y juntos han logrado estar entre los cineastas más respetados y premiados en Cannes, donde han presentado sus siete últimos trabajos.
En 1999, con Rosetta, ya lograron la Palma de Oro, que repitieron en 2005 con L’enfant. Y además cuentan con un premio al mejor guion por Le silence de Lorna (2008) y un Gran Premio del Jurado por Le gamin au vélo (2011).