Con pocas posibilidades de escapar de las prisiones de máxima seguridad donde están confinados en el interior de Sao Paulo, los líderes del PCC usan en un nuevo método para salir de la prisión, informó el portal de Veja (Brasil).
La banda criminal llega a gastar hasta 600.000 reales al mes para contratar a médicos privados que visitan la cárcel y luego solicitan la salida temporal de sus miembros para realizar supuestamente exámenes médicos y otros procedimientos.
Solo en la prisión donde está el líder de la facción, Marcos Willians Herbas Camacho, “Marcola”, se registraron 558 visitas de atención médica privada el año pasado. Cuando niegan la autorización para los exámenes, los abogados de los condenados apelan a la Justicia.
Un cambio de aire, aunque sea por unas horas, no es un privilegio menor para los jefes del PCC y los fiscales sospechan que hay otros objetivos detrás de las salidas médicas.
“Esto aumenta la posibilidad de fugas y facilitan la comunicación con el mundo exterior, algo vital para los líderes encarcelados que transmiten órdenes a sus hombres”, dice Lincoln Gakiya, del Grupo Especial de Acción para Combatir el Crimen Organizado (GAECO) que estudia la facción hace una década.
En octubre del año pasado, la policía prohibió un intento de rescate que los fiscales creen que está directamente vinculado a esta nueva táctica. Según los investigadores, el plan de los criminales era utilizar un disfraz para rescatar a un miembro del PCC que sería tratado en un hospital local.
“Marcola”, por ejemplo, tenía una solicitud para hacer una resonancia magnética en la rodilla que fue negada por los tribunales. Y en la actualidad, el líder del Primer Comando Capital aguarda permiso para hacerse aplicaciones de botox.
Este caso, sin embargo, sugiere que la solicitud solo tiene el propósito de satisfacer la vanidad del número 1 del grupo criminal, ya que la aplicación de la sustancia es un procedimiento simple e incluso se puede hacer en la cárcel.
El PCC en el exterior, además de aumentar su presencia en los países como Paraguay y Bolivia, ahora tiene células en Argentina, México, Perú y Colombia.
En los últimos años, la mira del grupo se concentró en el denominado “Proyecto de la princesa”, que es el desarrollo de una ruta apropiada a traficar a Portugal. El volumen de drogas es aún pequeño, contado por decenas de kilos, pero el potencial es enorme.
Es por esto que se considera que aunque el grupo no puede hacer todo el ruido que hace diez años, aun sigue vivo y activo.