01 may. 2025

La prematura interna y el dilema de Marito

Estela Ruiz Díaz En TW: @Estelaruizdiaz

Más que ningún presidente colorado, todo parece indicar que Mario Abdo Benítez tendrá una complicada transición hasta el 15 de agosto por el tempranero pase de facturas dentro de su partido. Se sabe que la ANR es oficialismo y oposición al mismo tiempo, pero esta vez se adelantaron peligrosamente los tiempos.

No han pasado siquiera 15 días de las elecciones que lo coronaron ganador en medio de polémica y susto por la ajustada victoria y ya empezaron a surgir las diferencias entre los dos movimientos, con llamativos reposicionamientos y acusaciones de traición por derrotas en tradicionales enclaves colorados.

Ni siquiera tuvo tiempo de disfrutar la luna de miel por haber llegado al sillón presidencial tras derrotar al presidente más poderoso de la transición, primero, y a una alianza electoral, después. Dos hechos simbólicos que le otorgan legitimidad y poderes políticos mágicos, pero que hoy parecen haberse desdibujado.

Por un lado, Marito presidente sigue con sus actividades oficiales, como el saludo de los gobiernos y definiendo gabinete. Confirmó a Juan Ernesto Villamayor como ministro del Interior, ante el poderoso auditorio de la Rural (ARP), que con un cerrado aplauso dio su aprobación. Más allá del escenario elegido, que dice mucho, el nombrado es una figura cualificada para un ministerio clave no solo en materia de seguridad, sino para recuperar ese rol político como articulador de las complejas relaciones con los sectores sociales.

Con las dos nominaciones, Castiglioni en Cancillería y Villamayor en Interior, pertenecientes a la clase política, marca distancia del estilo tecnócrata de la primera era Cartes.

Pero paralelamente a estas actividades, en la ANR hay una interna intensa, que cual maremoto viene agitando el escenario y puede tener efectos devastadores en su gobierno.

EN AÑETETE. El liderazgo de Marito es fruto de un quiebre en el cartismo cuando el presidente lo dejó de lado para elegir a Pedro Alliana en el 2015, y abrió su propio derrotero acompañado de otros caudillos que veían que el presidente iba por todo. Su movimiento, Colorado Añetete, a diferencia del unicato de Honor Colorado, es la suma de liderazgos bajo su figura. Es una debilidad y fortaleza al mismo tiempo. Por un lado, le dio oficio para negociar, consensuar, ceder, pero a la vez es un liderazgo maniatado por los intereses de su tropa.

Y esto le está causando problemas. Su rápida reconciliación con Cartes y el exagerado rol que le está dando poselecciones genera malestar en su movimiento, que ya tuvo cortocircuitos cuando la elección de Sandra Quiñónez como fiscala general. Hubo cruces entre Galaverna, Beto Ovelar, Bacchetta y Salomón.

Ahora aparece como segunda imposición presidencial la designación de Alicia Pucheta para la vicepresidencia. Silvio Ovelar, quien por segunda vez se inclina hacia la tesis Cartes, disparó munición gruesa contra Eduardo Petta porque este habló hipotéticamente de disputar la vicepresidencia si Marito se lo pedía. Honor Colorado disfruta con disciplinado silencio estas discrepancias.

A esto se suma el virulento reclamo de Juan Carlos Galaverna a Zacarías Irún, a quien acusa de traidor por la derrota en Alto Paraná. En Añetete no cuadran los números. En ambos lugares, la lista presidencial perdió, pero ganaron las otras listas. También fue acusada Perla de Vázquez por los resultados en San Pedro.

El rol que desempeñará Cartes es clave y tema de discusión. ¿Será aliado de Marito o le disputará el poder desde el Senado? La bancada mayoritaria de la ANR en Senado tiene Honor Colorado, y como se sabe, el empresario presidente tiene mejores posibilidades de articular mayorías con apoyo extrapartidario con algunos liberales e independientes, como lo hizo desde el inicio de su gobierno. En esta correlación de fuerzas, el presidente electo tiene un panorama complicado si empieza su mandato con su partido dividido.

Si persiste en su posición de basar su poder solamente en la arisca ANR con arcaicos discursos como la coloradización del Estado, perderá el apoyo de bancadas de la oposición que fueron claves en la construcción de su perfil anticartista que finalmente lo llevó al poder.

La prueba que le muestran sus aliados de que Cartes quiere un poder bicéfalo es el tuit de Zacarías Irún: “Próximamente todos los candidatos ganadores haremos una plenaria con el presidente de la República Horacio Cartes a fin de delinear los trabajos a realizar”, dejando en claro quién traza la futura hoja de ruta.

En medio de este escenario agitado, Marito juega bien el rol oficial de presidente electo, pero está dando pasos a tientas, casi temerosos, a nivel partidario. Como si temiese despertar el enojo de un monstruo que le puede arrebatar ese poder que logró construir uniendo piezas de un complejo rompecabezas.

Además del caso Pucheta, como nuevo líder político debe resolver cuestiones complejas antes de su asunción y que lo obligan a pulsear con Cartes. Empezando por la mesa directiva del Congreso que se elegirá el 30 de junio. Luego están las representaciones legislativas ante el Consejo de la Magistratura y el Jurado de Magistrados, y las dos vacancias para la Corte Suprema de Justicia que el cartismo quiere seguir copando. Temas que pondrán a prueba al presidente electo cuyo eje de discurso fue la renovación judicial.

De la definición en temas claves, Marito demostrará si es el nuevo dirigente que quiere cambiar el rumbo o es un simple hijo pródigo que, a diferencia de la parábola bíblica, cuando fue despojado de la herencia política se independizó, redobló sus ganancias, ganó el poder y vuelve manso a la casa de su padre para compartir el banquete.

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