27 abr. 2024

La emboscada de Curuguaty

Por Guido Rodríguez Alcalá

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Sigue el juicio de Marina Cué con sus contradicciones de siempre. Recordemos que, el 15 de junio de 2012, murieron once campesinos y seis policías cuando una fuerza policial de 324 efectivos desalojó a unos 50 a 70 campesinos del terreno fiscal de Marina Cué (Curuguaty). Nadie fue procesado por homicidio, sino por tentativa de homicidio (cuando hay hecho consumado, ya no hay tentativa). Ningún policía fue procesado: los acusados son campesinos, procesados por la “tentativa” y por ocupar un inmueble ajeno: el del Estado, reclamado por Blas Riquelme en un juicio civil que no había terminado. Los campesinos, alentados por el Indert a ocupar el inmueble, no tenían por qué pedirle permiso a Riquelme.

Según el fiscal Jalil Rachid, los efectivos policiales fueron víctimas de una emboscada preparada por los campesinos asentados en Marina Cué. Vale la pena señalar que, según el Diccionario de la Real Academia, la palabra emboscar viene de bosque, y significa esconderse en el bosque, pero en el lugar del tiroteo no había bosque. Me refiero al lugar del asentamiento campesino, fotografiado y filmado en un momento del tiroteo. Hubo una filmación del resto del tiroteo, pero desgraciadamente se le perdió la filmación a la Fiscalía; en todo caso, esta es la versión de las autoridades.

En otro sentido, y vuelvo al Diccionario, emboscar significa ocultar una parte de los efectivos, para una operación militar. Los campesinos de Curuguaty, en el momento del tiroteo, se dedicaban a sus tareas agrícolas. No tenían armas militares: el rifle de aire comprimido y las escopetas viejas presentadas por la Fiscalía no son armas militares, ni consta que ninguna de ellas perteneciera a ninguno de los procesados. No estaban escondidos ni podían esconderse, porque un helicóptero de la Policía sobrevoló el lugar durante todo el operativo. Según las declaraciones de los policías en el proceso, ellos sabían cuántos campesinos había en el lugar y dónde estaban. Es curioso que el comisario Miguel Anoni haya declarado que eran 200, todos ellos con capuchas y armados; en las fotos que no se perdieron, no se ve ninguno encapuchado, y se nota que son menos de 200. Más cercana a la verdad nos parecen las declaraciones del suboficial Rolando Insfrán y el policía Néstor Ramón Rojas, que estimaron en unas 40 a 50 personas el número de los campesinos presentes.

El comisario Nelson Zaracho declaró que les dijo a los campesinos, al inicio del operativo: “pemombo pe nde armas”. Obviamente, no estaban emboscados, ni en un bosque, ni en un búnker. ¿De qué armas? Los testimonios de los policías difieren: según unos eran machetes, según otros escopetas; uno vio un revolver calibre 38. El único revólver 38 presentado por la Fiscalía estaba registrado a nombre de un guardia de seguridad de Riquelme. Sería cómico sino fuera trágico.

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