Paraguay es un país que beneficia particularmente a los sectores de mayores ingresos, olvidando a los sectores medios y empobrecidos. Esta situación se observa en los servicios públicos, cuya mayor cobertura se encuentra en el sector urbano y en pocas ciudades, mientras que es en el sector rural y en las áreas metropolitanas donde se encuentra gran parte de la población.
La inequidad de la política pública no solo es en el gasto, sino también en los ingresos. Varios estudios nacionales y de organismos internacionales como el Banco Mundial y la Cepal muestran la grosera desigualdad en el esfuerzo que realizan los distintos grupos sociales en el pago de los impuestos.
Paraguay fue uno de los últimos países de la región en incorporar el impuesto a la renta personal, uno de los tributos considerados más justos; sin embargo, así como se aprobó finalmente, su contribución a crear un sistema tributario más justo es mínimo.
El IRP se aprobó con una tasa relativamente baja e igual para quien gana poco y para quien gana mucho, pero, además, se permite todo tipo de deducciones, por lo que finalmente no servirá para generar mayores recursos, sino más bien para formalizar el impuesto al valor agregado.
Desde esta perspectiva, a pesar de que se dio un paso importante no es suficiente. La estructura impositiva debe transformarse para que los impuestos directos vayan teniendo mayor peso relativo en las recaudaciones y quienes tengan mayores ingresos hagan mayores esfuerzos en el financiamiento del desarrollo.
Este desafío es cada vez más importante teniendo en cuenta el alto nivel de endeudamiento que enfrenta el país actualmente, situación que se agrava si consideramos que los beneficios de ese endeudamiento los están recibiendo los grupos de mayores ingresos.
La presentación realizada por el propio Gobierno sobre los resultados de la encuesta de hogares muestra que en el último año solo crecieron los ingresos del 20% más rico de la población, mientras que el resto redujo sus ingresos.
El país no puede continuar con esta situación, requiere recursos para financiar el desarrollo y estos deben provenir de quienes se están beneficiando con el crecimiento económico. No puede ser que quienes menos se benefician en este proceso sean los que terminen haciendo el mayor esfuerzo en pagar las políticas públicas que impulsaron la expansión económica.
El Gobierno debe plantear una solución drástica y estructural al problema de la injusticia tributaria en lugar de hacer planteamientos parciales que difícilmente van a ayudar a solucionar la profundas desigualdades vigentes en Paraguay.