Elías Cabral | Canindeyú
La familia está integrada por 11 hijos, de los cuales 6 tienen una discapacidad y 5 de ellos andan en silla de ruedas.
Los ingresos de la familia no son suficientes para solventar el alto costo que conlleva dar sustento, principalmente a los hijos con discapacidad, situación que les obliga a solicitar una mayor ayuda del Gobierno. “Algunos vecinos nos ayudan. Yo ya no puedo trabajar por enfermedad”, señaló don Florentino.
“Lo que ellos necesitan es una atención permanente, constante y diferenciada”, indicó por su parte el concejal municipal de Curuguaty Santiago Martínez, quien es oriundo de Maracaná.
El concejal aseguró, además, que la Senavitat construyó una vivienda estándar, sin considerar las condiciones físicas de los integrantes de la familia.
“Víveres es lo que más necesitamos”, refirió a su vez doña Marina Paredes, quien habló sobre el sacrificio que conlleva la asistencia de sus hijos.
La mujer precisó que todos nacieron en condiciones normales, pero que a la edad escolar quedaron parapléjicos.
En el 2014, gracias a las publicaciones del diario Última Hora, el entonces párroco de Curuguaty, padre Balbino Mujica, encaminó un proyecto por el cual varias instituciones públicas y privadas asistieron a la familia y obtuvieron entre ellas una donación de 5 sillas de ruedas, colchones, frazadas, atención médica, medicamentos, entre otros aportes.
Por su parte, la doctora Lidia Fernández, quien está al servicio de la Unidad de Salud Familiar (USF) de la localidad, informó que los pacientes sufren de una enfermedad degenerativa denominada distrofia muscular, que hace que las personas que la padecen empeoren con el paso del tiempo.
Al respecto, señaló que necesitan de un tratamiento al menos una vez al mes en la Senadis. Sin embargo, no existen medios para trasladarlos hasta Asunción.
La profesional también se refirió a las versiones de que reciben pocas visitas médicas. Respondió que por el régimen corresponde que se hagan visitas tres veces al año.
“De hecho que más veces les visitamos por la situación en que viven”, expresó. El temor de la médica es que dichas personas padezcan otras enfermedades por desnutrición, ya que la misma madre le comentó que el dinero que perciben de Tekoporã ya no les alcanza para vivir.