Detrás de los choferes se encuentran familias enteras afectadas por el despido de los trabajadores, la posterior crucifixión y hasta huelga de hambre de varios de ellos. “Estamos ya en situación crítica, nuestros hijos claman a sus padres, claman un hogar digno, una vida digna”, dijo a Radio Monumental una de las esposas, Magdalena Maldonado.
Ya se cumplieron 101 días de la medida de fuerza, los choferes soportaron en la vereda y bajo carpas, frío, ola de calor y hasta lluvias.
El conflicto inició el 22 de junio cuando los trabajadores intentaron formar un sindicato, presentaron la solicitud al Ministerio del Trabajo, pero dos días después fueron despedidos en forma masiva, violando el Código Laboral.
Maldonado lamentó que el ministro de Trabajo, Guillermo Sosa, ni siquiera salga frente a la institución para ver la situación de los choferes crucificados. “El ministro es patronista, porque no quiere llegar a un acuerdo”, expresó.
Actualmente las familias afectadas se mantienen mediante la colecta que realizan en las calles los choferes que no están crucificados. “Nuestras familias están pasando hambre... son 100 días, no puede una familia estar expectante a la solidaridad de la gente para sobrevivir”, se quejó.
Si bien se pretendió firmar un acuerdo para llegar a una solución, el dueño de la empresa, el diputado Celso Maldonado, se negó.