25 abr. 2024

Es cambiante la política

Alfredo Boccia Paz – galiboc@tigo.com.py

La oposición comenzó la semana bajo el sino de la fatalidad. Se cerraba el plazo para establecer alianzas y no aparecía nada en el horizonte. El PLRA buscaba candidatos y nadie parecía estar interesado en ser vicepresidente. Y, de repente, las izquierdas le ofrecieron dos. Durante algunas horas, los liberales se dieron el lujo de deshojar margaritas y, finalmente, elegir a Leo Rubin, propuesto por el Frente Guasu.

Pavada de cambio, gracias a la realpolitik. Hasta hace poco Efraín, el presidente del PLRA, era odiado por el Frente Guasu. Era el jefe de los guarimberos que quemaron el Congreso e impidieron la reelección.

Avanza País no tenía tanto drama: Mario llegó a la intendencia gracias al apoyo liberal. El hecho es que, de un día para el otro, el golpe parlamentario del 2012 y el feroz enfrentamiento por la enmienda se convirtieron en acontecimientos lejanos y borrosos. Fuimos testigos de un asombroso proceso de digestión de batracios y culebras que abre un escenario nuevo: toda la oposición podría llegar unida contra al Partido Colorado en el 2018.

Claro que las cosas no serán tan fáciles. El proceso fue poco participativo, Leo Rubin despierta críticas y recelos, y todo parece muy improvisado. Tal como están las cosas, la posibilidad que esta sorpresiva alianza derrote a la ANR sigue siendo lejana. Pero convengamos que se percibe un cambio atmosférico: la oposición ha pasado en dos días del derrotismo a la esperanza. El lunes pasado nadie se imaginaba a las dos izquierdas apoyando a un candidato liberal.

Para que esta alquimia funcione se necesitan varias premisas esdrújulas. La primera de ellas es que el apoyo del Frente Guasu sea sincero y no una mera apariencia. Un referente de esa izquierda me confesó: "¿Con qué cara pediremos el apoyo liberal a Lugo en el 2023 si no nos juntamos ahora?”. Otra condición es que Leo demuestre una capacidad suprema en la recolección de votos extraliberales. Y, por último, que todos sean capaces de convencer que la alianza es también programática y no meramente oportunista. Menuda lista de requisitos.

Si todo eso llega a cumplirse, igual faltaría superar el escollo más difícil: la unidad de los propios liberales. Así de complicada es la política paraguaya. Un partido paradigmáticamente caníbal que, por ejemplo, pretende hacer elecciones internas con un Tribunal Electoral Independiente integrado solo por oficialistas.

Será interesante ver a izquierdistas y liberales haciendo campaña juntos, luego del aluvión de descalificaciones que se prodigaron. Hasta podría darse la paradoja de que las dos izquierdas se reconcilien trabajando juntas por ¡un candidato liberal! Poco probable, pero no imposible, diría Moneco López.

Si yo fuera colorado estaría preocupado. La que parecía una elección aburrida y con victoria cantada adquiere un cariz de incertidumbre. ¿Será que algo cambió inesperadamente? Porque, que se sepa, hasta ahora los únicos detentores de la vocación de poder eran los colorados.