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Para tener conocimiento en maquillaje, a los 17 años empezó a estudiar con dos personas que en ese momento se dedicaban a la enseñanza del maquillaje; luego comenzó a viajar y a actualizarse a través de revistas y libros que le traían del extranjero. Con los viajes aprendió técnicas, culturas y colores, y cada vez fue incursionando y potenciando más lo que siempre le gustó. Aparte estudiaba óleo, pinturas en acrílico con renombrados artistas plásticos, como Kalela Saldívar y Hernán Miranda. Así comenzó el camino hacia la profesionalización, donde el maquillaje fue el trabajo y el arte, su relax.
–¿Fue duro el proceso para llegar donde hoy está?
–Puedo decir que no me pesa, porque para mí es un crecimiento constante.
–¿Qué fue lo que más le costó al empezar?
–Gracias a Dios no sentí que me costó algo. Creo que cuando uno hace algo con pasión y con amor no se da cuenta del tiempo. Veo fotos de hace 20 o 30 años y me doy cuenta de que todo lo que hice pasó muy rápido y no sentí que me haya pesado.
–¿Tuvo el apoyo de sus padres para estudiar maquillaje?
–Ni se imaginaban que terminaría así, porque para ellos, el maquillaje y la peluquería eran una pérdida de tiempo. No les gustaba porque ni a la facultad pude ir porque estudiaba y trabajaba, y 25 a 30 años atrás yo maquillaba de 35 a 40 personas por día.
–¿Y hoy cómo es su ritmo?
–Hoy ya no trabajo de esa manera, sino por horario; entonces tengo una calidad de trabajo, disfruto de lo que hago y la persona (cliente) se siente satisfecha. Ya no quiero vivir ese momento de presión; quiero disfrutar de lo que hago. Me gusta más trabajar así.
–¿Qué ve ahora al mirar hacia atrás?
–Creo que fue muy lindo pasar esos momentos y llegar donde estoy porque disfruté de esos momentos.
–¿Sigue viajando para perfeccionarse?
–Sí. Cuando viajo es como que vuelvo a nacer, tengo conocimientos nuevos, me enriquezco de otra manera. No viajo solo por la parte de maquillaje, sino voy a los museos, me enriquezco con la cultura de cada país que visito y eso me enriquece. Hay que salir a buscar a motivarse para venir a crear.
–¿Qué es lo que más le gusta de su profesión?
–Haber hecho una campaña Eva Noguera, con una revista cuya producción hicimos en Venecia, con mi hija de fotógrafa. Siempre quise hacer una y como ella estaba allá quise aprovechar. Fueron dos días de producción; en Milán hicimos otra producción, trabajé con diferentes tipos de estilistas y fotógrafos que fue lo que siempre quise hacer.
–¿Alguna técnica en especial que le guste?
–La dermopigmentación, que es una técnica que se trabaja con un aerógrafo con aguja descartable y pigmentos naturales que se aplican en ceja, labios y párpados, para verse bien todo el día.
–¿Cómo conjugó el trabajo con la crianza de sus hijas?
–Tengo dos hijas, Chiara (25) y Giuliana (20), y ya estaba trabajando a full antes de casarme. Me quedaba cómodo llevarle a la primera al colegio y de ahí iba al trabajo, luego les llevaba a trabajar conmigo. Nunca fue un caos para mí trabajar y criar a mis hijas, pero sí tuve mucha colaboración de mi marido con mi segunda hija.
–¿Por qué tiene un solo local?
–Estoy más que satisfecha con esto; no quiero abarcar mucho y no dar calidad. Es difícil porque los paraguayos necesitan sentirse más comprometidos con su trabajo y este es un negocio delicado y los empleados deben estar bien preparados o la clientela se va.
–¿Es difícil conseguir profesionales?
–No me pasa solo a mí, sino a todos los colegas con quienes hablo. La cultura del paraguayo es llegar a un punto en que dicen: “Ya cumplí mi meta y hasta acá nomás”. La gente joven, por ejemplo, no es constante y eso en nuestro rubro es normal: no se definen, no se comprometen.
–¿Pensó en innovar su carrera?
–Hace dos meses habilité un canal digital en YouTube Eva Noguera Centro de Estética, donde presento recetas caseras para mujeres de tratamiento facial, mis trabajos de producciones fotográficas, con las misses y todo lo que tiene que ver con el cabello, colores, sombras, párpados.
–¿Es su primera experiencia en las redes sociales?
–No. Hace tres años empezamos con las redes sociales que fue un gran impacto para mí porque ahí comencé a contactar personalmente con todos mis seguidores. Empecé con el Facebook a levantar mis trabajos con los clientes como si fuera un diario o revista digital; allí tengo más de 100.000 seguidores; en Instagram estoy por llegar a los 20.000; en Twitter tengo menos, unos 7.000 y en YouTube tengo más de 1.000 suscriptos en menos de dos meses.
–¿Cómo ve la profesionalización en su rubro?
–Estamos bien, pero creo que los que estudian llegan al ámbito laboral con lo básico; las escuelas no son actualizadas. Siempre se necesita de profesionales, pero para ser profesional en esto uno tiene que trabajar todos los días , hacer la práctica de 10 maquillajes por día para hacer un buen esfumado, integrar bien la piel, los colores, para lograr un buen efecto andrógeno hay que trabajar bien con esponja, saber trabajar con pinceles, y con diferentes tipos de rostros. La práctica es lo único que te lleva al éxito; no hay de otra.
–¿Qué sugiere a los que quieren lograr el éxito en su profesión?
–Antes que nada tienen que tener un sueño; si tienen un sueño nunca dejen de soñar y si tienen una meta, llegar a ella. Pero llegar a la meta te puede llevar un año, dos, cinco o seis, pero nunca se debe decaer para llegar a la meta y cumplir un sueño.
