08 jul. 2025

El desafío de ser universitaria después de los 30

La carrera de Medicina es una de las más difíciles de cursar por las largas horas de estudio que demanda y el sacrificio que deben realizar los aspirantes para llegar a la meta, pero el desafío es aún mayor cuando se trata de una mujer que ya pasó los 30 años y tiene un hijo pequeño. Esta es la historia de Ana María Díaz.

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Estudiar medicina después de los 30 y con un hijo. Foto: Gentileza

Stefanie Céspedes | Twitter: @betistef

Ella vivía en Brasil con su marido y su hijo que desde muy pequeño tuvo complicaciones en su salud, lo que le hizo decidir seguir la carrera de Medicina y dejar San Pablo para instalarse en Paraguay con el fin de cumplir su sueño, el que había quedado postergado.

“Vinimos a Paraguay por su tranquilidad, aquí tenés todo a la vuelta de casa y yo necesitaba estar muy cerca de mi familia”, comenta Ana.

Señala que la adaptación fue rápida en todos los ámbitos, el barrio, los compañeros de facultad, los profesores y los nuevos amigos de su hijo David.

“Cuando pensamos mucho vienen los miedos, a veces es mejor no pensar tanto y actuar rápido”, reflexiona.

Los primeros meses de universidad fueron complicados para Ana, ya que no solo se encontraba en un país extranjero y tenía que estar separada de su hijo por varias horas, sino que sus compañeros, en especial las mujeres, la juzgaban por su edad y por ser madre.

“Una compañera me comentó, ya años después de estudiar juntas, que cuando iniciamos la universidad ella creía que yo era un verdadero desastre por comenzar mis estudios después de los 30 y por dejar a mi familia en casa, ella pensó que yo no llegaría hasta el final”, recuerda.

Ana comenta que cuando sus compañeros iban a su casa para estudiar, se sorprendían al ver todo tan ordenado, teniendo en cuenta que era ella la que se encargaba de mantener el orden, aún más al conocer a su hijo, ya que “no era un desastre como todos pensaban”, y por sobre todo, la admiraban porque siempre estaba al frente de todo lo relacionado al estudio.

Ana asegura que todo se lo debe a sus tres pilares: Dios, su hijo y su marido, que en los momentos más difíciles, cuando ella pensaba en desertar, le daban la fuerza para continuar.

Otro de los puntos que resalta es la organización. “Organizar la casa y el estudio a veces es difícil pero es fundamental, aunque aquí también se complica un poco, uno pierde mucho tiempo esperando colectivo porque no tienen horario, no hay paradas para resguardarse del sol o la lluvia, o para leer mientras uno espera; pero cuando te apasiona lo que haces, nada te para”, manifiesta.

Largas horas de estudio y pasantía en hospitales periféricos también ayudaron a Ana, igual que conocer a personas maravillosas con historias de vida que nunca olvidará.

Asegura que a pesar de volver a Brasil, en su corazón Paraguay tendrá un lugar muy especial ya que encontró una hospitalidad inigualable, personas que los adoptaron como su propia familia y con quienes compartieron alegrías y tristezas.

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Anécdota. Uno de los momentos más difíciles para Ana y su familia fue cuando su hijo que estaba cursando la preprimaria en una escuela de la capital cayó de uno de los juegos del parque de la institución y se rompió el brazo, teniendo que ser intervenido quirúrgicamente.

“Fue allí donde sentí realmente la contención de mi marido y las oraciones de las familias paraguayas que nos adoptaron como parte de ellas. Salimos adelante”, recuerda.

Este último año a Ana le tocó realizar lo que llaman “el internado”, pasantías de muchas horas en diversos hospitales para hacer prácticas, por lo que su marido y su hijo que ya tenía que iniciar la escuela en su país volvieron para esperar que llegue con su título en mano.

Las marcas que deja Paraguay. “Cuando vuelva a mi casa tengo que llevar chipa y sopa paraguaya para mi hijo, que está enamorado de la comida de este país que tanto nos dio”.

Hoy Ana María ya es una flamante doctora con título universitario de Paraguay y desde Brasil tiene grandes proyectos para ayudar a nuestro país en materia de salud.

Mujer paraguaya. Ana manifiesta haber aprendido mucho de la mujer paraguaya que no se deja vencer ante la adversidad, que lucha por su familia y pone siempre en primer lugar a sus hijos, pero insta a las madres mayores de 30 años que por diversos motivos no pudieron continuar con sus estudios a que no dejen pasar un minuto más.

“No importa la edad ni cuántos hijos tenemos, si nos proponemos vamos a lograr la meta. Existen becas y opciones de estudios que no demandan gastos, pero que sí nos llenarán de satisfacción. Mujer, es hora de levantarnos y continuar”, finalizó.

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