21 may. 2024

El combate más duro de Ali: de refugiado a ganar medallas para Croacia

Zagreb, 26 oct (EFE).- Entre los cientos de miles de refugiados de Oriente Medio y Asia que el pasado año cruzaron por la ruta de los Balcanes estaba el joven iraní Ali Noghandoost, de 23 años, un taekwondista que tras muchos peligros ha encontrado un prometedor futuro deportivo en Croacia.

El taekwondista iraní Ali Noghandoost posa en Zagreb (Croacia) el pasado 24 de octubre. EFE

El taekwondista iraní Ali Noghandoost posa en Zagreb (Croacia) el pasado 24 de octubre. EFE

Oriundo de la ciudad iraní de Rasht, decidió emigrar ya que, como cristianos baptista, él y sus hermanos vivían con miedo.

“Decidimos irnos ya que mucha gente termina en prisión allí, por el simple hecho de ser cristiano. Muchos fallecen, no existe libertad de credo”, cuenta Ali a Efe en Zagreb.

Salió de su país en mayo de 2015 y tras un año de muchos peligros y momentos de desesperación, pero también de gran perseverancia y fe, llegó a Croacia, donde encontró asilo, amigos y un prometedor futuro deportivo.

Lo peor pasó en la travesía por mar entre Turquía y Grecia, rememora, en un barco sobrecargado que empezó a anegarse de agua y en el que pasó mucho miedo.

Al llegar a la playa vio una treintena de cadáveres de aquellos que tuvieron menos suerte.

En aquel momento Ali no podía imaginar aún que un año después recibiría asilo y se convertiría en ciudadano de un país para él desconocido y sería miembro del mejor club croata de taekwondo masculino, el Jastreb.

Ha ganado ya para su club una medalla de oro en la categoría hasta 58 kilogramos en una competición internacional celebrada este mes en Zagreb.

Su entrenador, Dejan Mesarov, confía en que Noghandoost pueda integrarse en el futuro en la selección nacional de Croacia.

Tamara Pradegan, entrenadora jefe del club, tiene sólo buenas palabras para Ali.

“Es un modelo para nuestros deportistas. Ha traído nueva motivación a la sala. Cumple al cien por cien con todos los entrenamientos. También por sus cualidades humanas puede ser un ejemplo para todos los jóvenes en Croacia”, comenta para Efe.

En su país, Ali había combatido en distintos equipos e incluso llegado a la selección nacional, afirma, aunque nunca llegó a participar en grandes competiciones.

Tras llegar a Grecia, Ali cruzó durante meses la ruta balcánica, por Macedonia, Serbia, Croacia y Eslovenia, hasta Austria, donde le esperaba otro hermano.

En la ciudad austríaca de Graz, cuenta, pasó tres meses en un centro de acogida junto a otros mil refugiados, durmiendo sobre el suelo, con mala comida, duchas de agua muy fría y mucha gente enferma. Pero él siguió entrenando.

“Entrené solo todos los días. No pasó un día sin que entrenara. Salía afuera para entrenar, sin importar el clima.”, recuerda.

Finalmente, pudo reunirse con sus dos hermanos en la ciudad austríaca de Innsbruck.

Semanas después, una mala noticia para la familia: Ali y su hermano menor iban a ser deportados a Croacia, el primer país de la Unión Europea en el que habían sido registrados. El hermano mayor se quedaría en Austria.

“Eso fue un golpe muy duro para mí. Mi hermano mayor es para mí como un padre. Me sentía muy asustado. Lloré mucho”, cuenta.

Al llegar con su hermano menor en marzo pasado a Croacia, un país en que jamás había pensaba quedarse y del que no sabía casi nada, Ali se sentía totalmente confundido, desdichado y perdido.

“Lloré y recé durante tres días. Entonces me llegó un mensaje de mi hermano mayor”, cuenta el joven deportista.

El hermano le recordó el pasaje de la Biblia en el que Dios ordena a Lot que abandonará Sodoma sin volver jamás la vista atrás.

“En ese momento me di cuenta de que no debía pensar en el pasado, sino sólo en el futuro. Eso me ayudó a dejar de lamentarme, a volver mi mirada por completo hacia adelante. Y, realmente, las cosas cambiaron”, dijo.

Gracias a la iglesia baptista de Austria y a un entrenador de taekwondo que conoció en ese país, Ali pudo contactar con el club croata.

Su sueño y objetivo deportivo es participar dentro de cuatro años en los Juegos Olímpicos de Tokio.

“Lo más importante que he aprendido es, paciencia. Dios tiene su momento para todo. No tiene que ser el mismo tiempo que cuando quiero algo yo. Y he aprendido que sin dolor no hay ganancia. Yo he entrenado todos los días. Si tenemos un objetivo muy importante, hay que darlo todo por ello”, afirma Ali.

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