EFE
En 2013 fue arrestado por pelear contra oficiales en el mismo lugar en donde la tarde de este sábado abrió fuego contra agentes que respondieron una llamada de emergencia en Palm Springs, a unos 160 kilómetros al sureste de Los Ángeles, en un suceso que acabó con la vida de dos agentes y dejó a un tercero herido.
Según anunció la Fiscalía de distrito, a Félix se le presentarán el martes cargos por homicidio por la muerte de los oficiales José Gilbert Vega, un veterano con 35 años de servicio que se iba a jubilar el próximo diciembre, y Lesley Zerebny, de 27 años, madre de un hijo de cuatro meses.
Ambos oficiales respondieron a una llamada de emergencia por un “altercado familiar” en una residencia de esta localidad y mientras negociaban con el detenido, este abrió fuego y acabó con la vida de los dos oficiales y dejó herido a un tercero, que se recupera satisfactoriamente.
El suceso motivó la intervención de un equipo de operaciones especiales (SWAT) del condado Riverside, que estableció un perímetro alrededor de la casa en donde el atacante se atrincheró.
Doce horas después, en la madrugada de este domingo, el atacante emergió con las manos en alto, portando un chaleco antibalas y municiones de alto calibre, revelaron las autoridades.
“Palm Springs perdió dos valientes oficiales”, dijo en una rueda de prensa el jefe de la Policía local, Brian Reyes, visiblemente emocionado.
La sede policial de este vecindario de unos 45.000 habitantes es objeto de tributo a los oficiales caídos por parte de los vecinos, quienes desde tempranas horas depositan flores y banderas estadounidenses en la fachada del local.
El gobernador de California, Jerry Brown, señaló que en honor a los agentes las banderas del Capitolio estatal ondearán a media asta.
“Estamos sufriendo junto con los miembros de la familia, los amigos y los compañeros oficiales, lidiando con esta tragedia insensible”, manifestó en un comunicado.
Se trata del último tiroteo mortal contra las fuerzas del orden ocurrido en Estados Unidos en los últimos meses, tras el asesinato el pasado 17 de julio de tres agentes en Baton Rouge (Luisiana), en un suceso en el que otros tres resultaron heridos.
Una semana antes, cinco agentes murieron en Dallas (Texas) a manos de un francotirador, que hirió a otros siete.