María Inés González sostuvo que recibió presiones por parte de colegas suyos, veterinarios y la propia decana de la FCV-UNA luego de que denunciara que las autoridades ocultaron el brote de brucelosis. Incluso intentaron atribuirle una manipulación política, según manifestó.
La docente advirtió a los alumnos que contarles el problema que existe en la Facultad le puede costar el cargo.
Mencionó que es madre soltera, con dos hijos, y que no tiene otro ingreso. A pesar de ello, decidió hablar al respecto. “No voy a jugar con la salud de mi familia, con mi salud ni con la de mis alumnos. Es un acto totalmente criminal”, manifestó.
González sostuvo que sintió una impotencia cuando se enteró del brote. Encaró a la decana y a los directivos, pero ellos solamente alegaron que se enteraron recientemente. Sin embargo, ella aseveró que su jefe, el doctor Carlos Espínola, ya había comunicado del brote.
Incluso, de acuerdo con su versión, el mismo admitió que se calló a pedido de las propias autoridades.