19 abr. 2024

CRAC: La muerte viene en bolsita

Brigitte Colmán
bcolman@uhora.com.py

Unos pocos gramos bastan para generar una adicción casi inmediata. El crac ya es un problema de salud pública, y también una maldición para los más pobres entre los pobres. Viene en bolsitas azules, de esas que usamos en casa para hacer hielo para el tereré. Hablamos del crac. Pero ¿por qué hay que hablar de esto? Porque a los enemigos hay que conocerlos de cerca.
Dicen los expertos que el crac, en realidad, nunca llegó al Paraguay; porque de hecho requiere de un procesamiento más fino, incluso que la cocaína, para formar unos cristales blancos que al calentarse crepitan y le dan nombre. Lo que se consume es pasta base, que es un subproducto del procesamiento de la hoja de coca. Lleva el nombre de chespi en Paraguay y paco en Argentina (ver recuadro).
Dice la licenciada en Química Laura Arévalos, perito de la Dirección Forense Especializada de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), que en el país no cayó nunca el crac puro. “Se llama crac porque crepita, crepita al quemarse, por eso se la llama crac; el verdadero crac son cristales de cocaína purificada, su componente químico es más fino y es más caro...”.
Cada microbolsita o moñito de crac pesa entre 0,5 y 0,75 gramos, y cuesta entre G. 5.000 y G. 15.000, y contiene –según Arévalo– mucha cantidad de solventes y un bajo nivel de cocaína.
Además del alcaloide, la pasta base suma los efectos más nocivos de los solventes, pues contiene grandes cantidades de querosén o algún otro combustible.
El crac se fuma en pipa, calentando las piedritas y fumando; sus componentes llegan al cerebro muy rápidamente y de esta manera entran en contacto con las células nerviosas en minutos, lo que produce de inmediato efectos que duran poco, llegando quizá hasta 15 minutos. Después de la euforia solo queda el agotamiento y la necesidad de volver a consumir más crac. “Los combustibles no están presentes en la cocaína. La cocaína de por sí tiene su efecto en el sistema nervioso central, también es adictivo, pero el grado de adicción ya depende de cada organismo. No obstante, el efecto en sí es más duradero. La persona que consume cocaína clorhidrato puede pasar desapercibida, puede llevar una vida normal, no se ven tantos los efectos, por lo menos no a corto plazo. Sin embargo, a una persona que consume crac se le nota en las manos, en los dientes, en las encías, en el pelo, en el rostro. Se deteriora muchísimo; el solvente que tiene la pasta base absorbe el agua del cuerpo y por eso la persona se deshidrata, bajan de peso no tienen hambre”, explica Laura Arévalo.
Para el doctor Iván Cattebeke, lo más terrible del crac es que con la primera dosis “pueden quedar pegados, y cinco años máximo nomás es la vida útil de un adicto, porque le come el cerebro, le hace agujeros como un gruyer”.
CANNABIS. El médico resalta las dificultades para lograr la rehabilitación, ya que la sustancia es altamente adictiva, y deja a la persona en un estado de total invalidez. “Las personas que consumen regularmente cocaína o cannabis pueden realizar sus actividades, pero el cracómano, no. Él vive solamente para consumir”.
Pero Cattebeke agrega otra preocupación a la realidad, y es que en el Paraguay si no se cambian las leyes, no se podrá implementar lo que en otros países es la única alternativa ante tamaño problema: la posibilidad de hacer reducción de daños.
“Las leyes tienen que cambiar, para poder implementar algunos programas, como el de la reducción de daños, en donde les das drogas a las personas, cannabis medicinal al adicto, por ejemplo, pero para eso se necesita tener habilitación, no tenemos esa habilitación profesional. Hay un sistema internacional que se llama reducción de daños, cuando apuntamos a reducir el daño y ya no a que dejen las drogas, sino a bajar de drogas pesadas a drogas livianas, que puedan ser manejadas, para eso las leyes tienen que cambiar”, apunta.
Otra experta, Graciela Barreto Castro, de la Dirección General de Reducción de la demanda de la Senad, tiene puesta su preocupación en los 1.400.000 niños y adolescentes que actualmente están en los colegios, y son una potencial demanda de consumo de drogas. “Tenemos estudios que dicen que esas sustancias ya entraron en el korapy de nuestros colegios”, afirma.
Graciela sostiene que se debe pensar en políticas públicas de respuesta que vayan más allá del solo desintoxicar, porque además Paraguay tiene una sola unidad de desintoxicación. Por ese quiere que el dinero de los bienes incautados se destine en un 50% para los trabajos de tratamientos de las adicciones. “Es una de las enfermedades más caras, es una enfermedad que rompe las familias”, finaliza.

Chespi, la droga que mata a los pobres
La historia de esta droga muy adictiva comienza en los años 80 en Estados Unidos. Un artículo del New York Times se considera la primera referencia sobre la sustancia. En la publicación se describía un nuevo tipo de droga que estaba consumiendo a la ciudad. La leyenda negra afirma que el crac surge ante una situación de escasez de cocaína.
¿Por qué se le llama crac?
La palabra crac es una onomatopeya que alude al ruido que hacen las piedras de la pasta base al calentarse; cuando crepitan las piedras.
En Paraguay también se le llama chespi y en Argentina recibe el nombre de paco.
¿De qué se compone?
Todo comienza con una planta de coca. De sus hojas se saca el alcaloide. En el proceso, se hace la extracción, se enfría y se pone en moldes y de eso resulta la pasta base, en forma de unos panes o ladrillos.
Para hacer la mencionada extracción del alcaloide se agrega querosén, nafta, cualquier solvente; puede ser acetona, pero por lo general se usa querosén o combustible.
Una vez filtrado el alcaloide se separa la hoja, se le añade el ácido sulfúrico y todo se vuelve sólido. Vale decir que aquella solución líquida a la que se agregó el carbonato se convierte en sólida pasta de coca. Esa pasta de coca es la que se consume como crac.
¿En qué se diferencia el crac de la cocaína?
Para obtener cocaína desde la pasta base hay un largo proceso que además requiere otros elementos químicos.
En cambio, quien consume la pasta base, de la que resultan las tristemente famosas piedritas de crac, consume un producto muy tóxico. La cocaína es un producto más purificado y de ahí su precio mucho más caro. Quien consume crac consume residuos de cocaína, pero sobre todo aspira querosén y combustibles.
¿Cuáles son sus efectos?
El crac es más económico, más tóxico y genera más dependencia. Inmediatamente se pierde el contacto con la realidad, hay agitación, paranoias y alucinaciones. Después de la euforia la persona parece atontada, luego se angustia y su único interés es nuevamente volver a consumir. Uno de los componentes, el ácido sulfúrico, produce enfisema y cáncer pulmonar a mediano plazo.
El solvente de la pasta base absorbe el agua del cuerpo y por eso la persona se deshidrata, ya no siente hambre ni dolor.