25 abr. 2024

Con voz clara

El joven tenor paraguayo Juan José Medina (25) nos cuenta cómo es su vida en Francia donde, gracias a dos mecenas, estudia en el Conservatorio Nacional Superior de Música y Danza de París, mientras canta en recitales y prepara su tercer disco.

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Revista Vida

Por Carlos Torres / Foto: Fernando Franceschelli

Discípulo de Svetlana Evreinoff —con quien estudió durante una década—, el tenor Juan José Medina reside desde hace seis años en Francia, donde aspira a ganarse un lugar en el difícil y competitivo mundo de los cantantes líricos. Hace poco tuvo la oportunidad de demostrar en Paraguay su evolución como cantante, acompañado por el pianista francés Pierre Courthiade.

—¿Cómo fueron tus comienzos en el mundo del canto?
—Comencé mis estudios con la maestra Svetlana Evreinoff a los ocho años. Mi formación con ella se extendió hasta que cumplí 18 años de edad. En 2007 se formó un grupo de paraguayos y a mí me designaron como artista para llevar nuestra música a un foro de jóvenes en Toulouse, adonde fui en calidad de invitado. Así tuve la oportunidad de entrar en contacto con la federación francesa por la Unesco, que me consiguió una familia de acogida en Clermont-Ferrand, donde encontré una oportunidad y un profesor de canto.
Allí permanecí cuatro años en el conservatorio y preparé el examen de ingreso al Conservatorio Nacional Superior de Música y Danza de París, donde ingresé en setiembre de 2014. Acabo de terminar mi segundo año con la mention très bien (mención muy bien).

—¿Con qué recursos contabas para mantenerte y estudiar en Francia?
—Mis primeros cuatro años en Clermont-Ferrand fueron gracias a la familia de acogida que mencioné, la que me dio alojamiento gratis; y desde hace dos años estoy en el Conservatorio Nacional de Música gracias a dos mecenas franceses que gustan de la música lírica y conocen mi talento y me apoyan. Merced a eso yo puedo pagar mi alojamiento y también la comida, es como una beca. Son dos familias, la del señor Vacher y la de la señora Barthoux, a quienes agradezco de corazón, porque sin ellos no estaría siguiendo mis estudios en París. No me conocían, pero me escucharon cantar en un concierto hace tres años y decidieron apoyarme. No conocen Paraguay, no conocen a mi familia, pero aprecian la música lírica y me aprecian como artista y como persona.

—Definite como artista.
—Soy tenor y canto música barroca, el bel canto. Mi compositor favorito es Mozart, pero también estoy trabajando mucho con Rossini, Donizetti. También canto música latinoamericana; grabé un disco latino hace dos años. Con el pianista Pierre Courthiade lancé un álbum de música barroca europea de compositores como Scarlatti, Caldara, Caccini, Carissimi. Y este año estamos preparando el tercer disco, que será de melodías francesas de compositores como Fauré, Debussy, Poulenc, Bizet, Gounod y otros.
Actualmente estoy cantando en algunas producciones como el Réquiem de Mozart o la Misa de Dvořak, óperas como Don Giovanni o Goyescas, de Granados, y hago recitales en el sur de Francia o en Noirmoutier, en la región de la Vendée; también en París, en algunos conciertos. Antes de venir a Paraguay tuve el honor de cantar en la Galerie Dorée, la Galería Dorada del Banco Nacional de Francia, en una cena de gala para los miembros del Consejo de Estado.

—Mencionaste que cantás música latinoamericana...
—Mi repertorio de música latinoamericana es Bésame mucho, Somos novios, Júrame, Historia de un amor, mucha música mexicana. También canto el tango El día que me quieras. Por supuesto, también música paraguaya como Pájaro choguy, Recuerdos de Ypacaraí, Alma guaraní, Mi patria soñada y Bravo Paraguay, con la que gané en 2006 el Festival del Takuare’ẽ.

—Cuando cantás música paraguaya en el extranjero, ¿le contás al público sobre nuestro país?
—A veces el público conoce sobre Paraguay y otras veces lo confunde con Uruguay. Hay personas que cuando les menciono Paraguay, me dicen: “Chilavert”. Conocen más o menos, aunque cuando a algunos les digo que vengo de Paraguay, me dicen: “Ah, de Asunción”. Hay quienes conocen nuestra cultura.
Para mí es un honor llevar la música paraguaya a Europa. El público europeo la aprecia mucho. Generalmente cuando canto Alma guaraní, Bravo Paraguay o Pájaro choguy, el público aplaude naturalmente. Antes de cantar suelo hacer la traducción al francés y explico de qué trata la letra, como para que tengan una idea general. Y aprecian mucho la música paraguaya.

—¿Europa o Paraguay para residir?
—Pienso vivir en el lugar a donde me lleve la profesión. Creo que para iniciar una carrera, uno debe pasar por las casas de ópera más importante de Europa o Estados unidos, como La Scala de Milán, el Metropolitan Opera de Nueva York, el Bolshói de Rusia. Y una vez que tenga la suficiente experiencia, me gustaría compartirla, como hizo la maestra Svetlana Evreinoff, quien dejó Nueva York para venir a Paraguay a enseñar canto. A mí me gustaría poder hacer eso también, venir y transmitir lo que aprendí. Incluso ahora, como estudiante, me gustaría dar charlas. Ya hay jóvenes que me escriben a través de Facebook, que me preguntan cómo ingresar, cómo son los cursos, cuáles son las materias. Y me pone muy contento cuando me preguntan, porque estoy tratando de abrir un camino en el Conservatorio Nacional.


—¿Cómo es vivir lejos del país y de la familia?
—Es muy duro, un gran sacrificio. Es difícil sobre todo en los cumpleaños. Pero en la vida hay que hacer sacrificios si uno quiere lograr aquello que desea. Gracias a internet se puede estar siempre en contacto, eso facilita, pero no es lo mismo. No puedo abrazarle a papá o mamá el día de su cumpleaños. Con el tiempo uno también se acostumbra y valora lo que es la familia cuando está en el extranjero.

—¿Qué tenés planificado para el futuro?
—Cuando termine el Conservatorio me gustaría ingresar al Atelier Lyrique de l’Opéra Bastille, un grupo de cantantes que hacen ópera y tienen un salario. Son considerados profesionales. Eso me gustaría ser dentro de dos años, o por lo menos cuando termine el Conservatorio.
Mi intención es convertir el canto en metier, mi profesión, porque es lo que quiero desde muy pequeño. A los tres años ya les decía a mis padres: “Quiero ser cantante”. Me encanta esto y por el momento sigo estudiando, perfeccionando el canto, ya que en Francia y en Europa en general, ser cantante es muy difícil. Si uno quiere ser solista de una ópera, es muy difícil y hay muchas etapas que uno tiene que pasar. Tuve la oportunidad de ingresar al conservatorio, mi próximo paso sería el atelier y luego entrar a la ópera como solista. Sería estupendo poder ingresar a la Ópera de París.

—¿Es posible que en Paraguay surjan buenos cantantes líricos?
—El Paraguay tiene mucho talento escondido. Simplemente hay que darles oportunidades a los jóvenes. Pienso que en el canto, la guitarra, el arpa e incluso en los deportes, hay muchos talentos que vale la pena reconocer. Y para eso también se necesita ayuda del Gobierno, como hizo por ejemplo Carlos Antonio López, quien había enviado muchos paraguayos al extranjero y ellos regresaban a enseñar. Hay que tomar esa estrategia como ejemplo.

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Sin apoyo paraguayo
Lastimosamente, yo no tengo ninguna beca del Gobierno paraguayo. Había intentado con el Fondec, le escribí una carta al presidente de la República y no tuve respuesta. El mismo pedido que le hice a este Gobierno le hice a los anteriores.
Ojalá algún día el Gobierno se despierte y apoye a los paraguayos que estamos luchando en el extranjero, porque también somos embajadores de la cultura paraguaya. Necesitamos apoyo si queremo