19 abr. 2024

CIEN MARIOS POR UNA MABEL

Publicidad de Itaipú

boletas itaipu

Domingo|26|OCTUBRE|2008

EMAIL: lbareiro@uhora.com.py

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Un presentador de televisión calificó de estupidez la publicación en los diarios de la nómina de periodistas que en algún momento solicitaron y obtuvieron publicidad de Itaipú.

Conviene recordar que esos periodistas son los que se quedaban con un porcentaje de lo que Itaipú pagaba por avisos en radio y televisión; como hace cualquier vendedor de publicidad.

La única diferencia radica en que estos colegas además de comisionistas de Itaipú eran periodistas, lo que significa que, eventualmente, debían entrevistar a los mismos administradores que autorizaban el pago de sus comisiones.

Una semanas después de aquel episodio, cuando Última Hora publicó pruebas de que Itaipú financió parte de la campaña colorada, el mismo presentador de televisión comentó el titular del diario con una ironía. “Descubrieron la pólvora”, dijo.

El hombre dio por sentado que todos sabíamos que Itaipú financiaba las campañas electorales coloradas.

Eso incluye, por supuesto, a los periodistas que solicitaron y obtuvieron publicidad de Itaipú.

Quiere decir que, para este popular presentador de noticias y animador de eventos, aquellos periodistas comisionistas de Itaipú sabían que los administradores de la entidad estaban desviando dinero público para financiar una campaña que les permitiera seguir administrando dinero público.

O sea, ellos sabían o sospechaban que quienes les pagaban sus comisiones se estaban robando dinero público, el mismo dinero con el que pagaban sus comisiones.

Era una situación compleja, una situación casi de complicidad que para nuestro presentador de televisión y miembro de la farándula constituye una estupidez.

O mejor, para él, hacer pública esa situación es una estupidez.

No es lo que está pensando. Ese presentador aclaró que no forma parte de los que negociaron publicidad con la binacional.

Y es verdad; el hombre no figura en las listas conocidas de beneficiarios.

A él solo le molesta que se publique la lista, que se identifique a los beneficiarios.

Esa es la estupidez. Según sus propias palabras; “una exageración”, “una maldad innecesaria”.

Creo que su actitud tiene una explicación simple. Entre los beneficiarios que figuran en la lista hay dueños de medios, periodistas influyentes, amigos y compañeros de trabajo. Gente con la que nuestro presentador de noticias debe lidiar todos los días y con la que prefiere llevarse bien.

Publicar sus nombres es ganarse su enemistad, su malquerencia, su enojo. Es crear una situación molesta, engorrosa y absolutamente evitable.

Basta con no publicar. O con callarse.

Es lo que hace gente como nuestro presentador de noticias. Es una forma cómoda de relacionarse con el mundo. Un estilo pacífico de comunicación.

El hombre no se mete en entuertos, nunca se metió, pero tampoco jode a quienes sí lo hicieron. Por eso le quieren todos. Por eso es un hombre popular. Un buen tipo y punto.

Bien por él.

El problema es que alguien tiene que hacer el papel de malo, el trabajo sucio. Alguien tiene que acusar a los que se metieron en el entuerto. Alguien tiene que asumir que las cosas que se hacían no eran correctas. Es más, que eran ilegales.

Alguien tiene que alborotar el gallinero. Alguien tiene que patear el avispero.

Alguien tiene que pararse en el colectivo y gritarle al chofer porque con esa velocidad se estrellará y nos matará a todos.

Alguien tiene que hablar.

Y bancarse después la cara larga de los colegas, los amigos y los dueños de medios.

Y sí, ese alguien no puede ser querido por todos. No ganará los concursos de popularidad de los medios de la farándula, no publicarán las fotos de sus vacaciones, no será la más sexy ni el más apuesto.

Porque al resto del pasaje le molesta que ese alguien haga kilombo en el colectivo.

Porque las gallinas quieren dormir tranquilas en el gallinero, no importa que las de más arriba defequen en las de más abajo.

Por eso el país sigue siendo un gallinero, por eso el colectivero conduce como quiere.

Por suerte, por cada cien “buenos tipos” hay uno o una que se anima a ser de malo. Por suerte, por cada cien fiscales cagones hay una Rocío Vallejo y por cada cien Marios hay una Mabel.