Por Karina Godoy
La vida de Fidencio Duarte (37) estuvo marcada por la delincuencia, el alcohol, las drogas y el abandono, pero tal como comentan los creyentes, que Jesús siempre va en busca de las ovejas perdidas, su andar se dirigió hacia el rebaño luego de sufrir un accidente y recibir la visita de personas que le hablaron de Dios y la Virgen.
Hoy, Fidencio participa activamente dentro de Carismas de la Iglesia Católica y se prepara para ser misionero. Su intención es ayudar a otros a salir de las malas andanzas como él lo logró.
Cuando era niño su madre fue a Argentina y le dejó a cargo de una vecina, en Coronel Oviedo, así como a sus 5 hermanos. “La señora nos maltrataba y nos hacía trabajar de una manera esclavizante hasta que un día, a la salida de la escuela, decidimos escaparnos con mis compañeros”.
Su destino fue Ciudad del Este, en donde cayó en los malos hábitos. “Era carterista. Estaba dentro de un grupo de 10 personas; teníamos una guarida hacia el Puente de la Amistad y salíamos a asaltar a los turistas que ingresaban o iban hacia el lado brasileño”.
Fidencio confesó además que su arma era un puñal de fabricación casera. “De todo lo recaudado nos dividíamos y comprábamos alcohol y droga. Yo ya tenía problemas mentales porque estaba varios días sin comer y solo ingería estupefacientes”, afirmó.
ACCIDENTE. Un día, tras deambular por las calles bajo los efectos de la droga y la bebida alcohólica, un camión de gran porte chocó contra él, dejándolo en un cuadro bastante delicado. “Estuve inconsciente por varios días e internado por meses en el hospital de Foz”.
Expresa que fue fundamental la visita de las personas de la Diócesis de Ciudad del Este, como también las asistencias psicológicas. “Me enseñaron a rezar y me hablaron sobre la misericordia de Dios y de la Santa Madre”, sostuvo el peregrino quien vino caminando varios kilómetros hasta Caacupé.
“Cuando estaba en el hospital y lo único que quería era salir; agarraba el rosario y sentía la presencia de la Virgen María; sentía el abrazo que nunca me dieron. Es una segunda madre para mí; por ella dejé las drogas y la delincuencia”, comenta emocionado mientras aguardaba su turno para la confesión.
EVANGELIZACIÓN. Hace 10 años que Fidencio decidió cambiar su vida; estuvo dentro de la Pastoral Juvenil de Ciudad del Este, en la Renovación Carismática y se prepara para estar dentro del grupo Misionero. “Como dice en las Escrituras: lo que se recibe gratis hay que darlo también gratis; por eso quiero ayudar a mi prójimo a salvar su vida”.